II. Crisis de los Imperios Coloniales y emergencia del Tercer Mundo
El escenario árabe islámico
Como religión y sistema de vida el Islam tiene una relación particularmente estrecha con los árabes, pero se difundió por varias zonas geográficas y entre pueblos muy diferentes. Aquí recortamos el núcleo árabe islámico integrado por los países del llamado Medio Oriente –Arabia Saudita, Yemen del Norte y del Sur, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Siria, Jordania, Líbano, Kuwait, Omán, Qatar y los territorios palestinos; en esta zona se encuentra también el Estado de Israel– y los de norte de África: Egipto, Sudán; Libia Túnez, Argelia y Marruecos. En Africa oriental, Somalia, y en la occidental,
Mauritania y Sahara.
LA LIGA ÁRABE FUE FUNDADA EN 1945 CON EL FIN DE GARANTIZAR LA SEGURIDAD COLECTIVA Y TUVO UN PAPEL DESTACADO EN LA DESCOLONIZACIÓN. SIN EMBARGO LA RELACIÓN ENTRE SUS MIEMBROS HA ESTADO SIGNADA POR FUERTES FRICCIONES EN VIRTUD DE DISPUTAS FRONTERIZAS, DE LAS RIVALIDADES POR LA HEGEMONÍA Y DE LAS DIFERENTES POSICIONES ASUMIDAS FRENTE AL CONFLICTO ISRAELÍ-PALESTINO.
La mayor parte de los países islámicos no árabes se encuentran en Asia: Irán y Afganistán –como parte o prolongación de Medio Oriente–; Pakistán, Bangladesh, Indonesia, Malasia y Brunei –en el sur y el sudeste–; Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán–en Asia central. En África: Níger, Nigeria, Mali, Senegal, Gambia, Guinea y Sierra Leona.
Después de la Gran Guerra, Oriente Próximo –a través del sistema de mandatos– y el norte de África –como colonias o protectorados– quedaron bajo el control de Gran Bretaña y Francia, con la sola excepción de Libia que fue conquistada por Italia. Ni bien concluyó la Segunda Guerra Mundial, las metrópolis europeas abandonaron ambas zonas para dar paso a los Estados nacionales árabes, excepto en el mandato británico de Palestina donde se instaló el Estado de Israel y al mismo tiempo se frustró la creación del Estado palestino.
En virtud de la derrota del fascismo, Libia obtuvo tempranamente su independencia. Desde Egipto y Túnez, los
sanusi cooperaron con los aliados en la Segunda Guerra Mundial y en 1951 Idris I fue reconocido como rey del nuevo Estado.
SIDI MUHAMMAD IDRIS AL-MAHDI AL-SANUSI (1890-1983).
NIETO DEL FUNDADOR DE LA HERMANDAD MUSULMANA SANUSI. LUCHÓ CONTRA LOS INVASORES ITALIANOS, PERO EN LOS AÑOS VEINTE ABANDONÓ LA RESISTENCIA ACTIVA Y SE EXILIÓ EN EGIPTO.
Después de la liberación, Francia pretendió conservar el conjunto de sus posesiones en Asia y África a través de algunas reformas que finalmente fracasaron. En 1945 se reunió la primera conferencia constitucional, donde estuvieron los representantes de las colonias, alineados dócilmente en los partidos metropolitanos. La nueva constitución que instauró la Unión Francesa, apenas modificó la situación de las sociedades coloniales. A las poblaciones autóctonas sólo se les reconoció la participación en las asambleas locales, elegidas por el sistema de sufragio restringido y de colegios electorales separados para blancos e indígenas. París no pudo impedir su derrota militar en Indochina en 1954, la independencia de los protectorados de Africa del Norte, Túnez, Marruecos en 1956 y la sublevación de Argelia a partir de 1954.
Las posesiones francesas de Túnez y Marruecos tenían en común el estatuto de protectorados, lo que implicaba la existencia de una autoridad nativa aunque privada del efectivo ejercicio de la soberanía. En ambos países la política francesa en la posguerra estuvo marcada por avances y retrocesos destinados a retener el control de los resortes básicos del poder. En Túnez el partido Neo Destour liderado por Burguiba tenía el respaldo de los sindicatos, estaba encabezado por una elite culta y contaba con filiales en todo el país. Ante la decidida oposición de los colonos europeos, hacia 1953 la situación se hizo crítica y las ciudades fueron asoladas por las acciones de la guerrilla tunecina y los actos terroristas de los ocupantes. En Marruecos, el sultán Mohamed V que acompañó las reivindicaciones del partido nacionalista Istiqlal creado durante la guerra fue depuesto y se exilió. Las movilizaciones desembocaron en la insurrección armada. Finalmente, en 1956, el gobierno francés –debilitado por su fracaso en Indochina y ante el surgimiento de un movimiento nacionalista radical en Argelia– aceptó la independencia de ambos protectorados. Marruecos mantuvo la monarquía y en Túnez se proclamó la República.
De los Estados magrebies, Argelia fue el que más padeció el impacto de la colonización porque fue considerada como parte de Francia y su sociedad contó con un elevado número de habitantes de origen europeo, los llamados pied noirs. París intentó imponer durante un período de 130 años sus pautas culturales, políticas y económicas, su actuación a favor de la población francesa trastocó profundamente la identidad cultural y lingüística del pueblo argelino. La guerra de la independencia fue una experiencia traumática para Argelia y en gran medida también para Francia.
Los reclamos de los nativos se profundizaron con la invasión nazi y a la crisis del Estado francés después de 1940. En 1943, un grupo de intelectuales argelinos presentó una primera propuesta de organización de Argelia como república autónoma vinculada con Francia. En 1945, un movimiento más radical fue reprimido duramente: la matanza de seis mil argelinos en Setif durante la celebración de las fiestas del armisticio. La población musulmana, en rápido crecimiento, proporcionó la base para nuevos movimientos. La rebelión estalló en Aurès en noviembre de 1954, se difundió rápidamente y las fuerzas policiales se vieron desbordadas. París envió fuerzas militares, pero Frente de Liberación Nacional (FLN) alcanzó un respaldo masivo en la población musulmana y las simpatías en el resto del mundo incluyendo un sector importante de la intelectualidad francesa Argelia se convirtió cada vez más en un conflicto con repercusión internacional. Muchos países árabes manifestaron su apoyo al FLN. Cuando la metrópoli recurrió al “reagrupamiento” de los pueblos rurales para debilitar al FLN dio lugar a la huida de masas de argelinos hacia los países vecinos y a la intervención de la ONU.
En 1957 tuvo lugar la llamada Batalla de Argel: ante la dificultad de acabar con la resistencia argelina que incluyó atentados terroristas contra los ocupantes franceses, los políticos y militares metropolitanos decidieron instrumentar el terror masivo quebrando todas las normas legales del Estado francés.
MILITARES FRANCESES PATRULLAN EL BARRIO ÁRABE DE ARGELIA EN 1957.
Las fuerzas de ocupación encabezadas por el general Jacques Massu aplicaron la tortura generalizada y la ejecución sumaria de centenares de argelinos
En mayo de 1958 tuvieron lugar importantes disturbios protagonizados por los colonos franceses quienes, con la connivencia del ejército, atacaron las oficinas del gobierno francés y reclamaron la vuelta del general De Gaulle.
El fracaso en arribar a una solución acabó hundiendo a la Cuarta República y De Gaulle retomó el gobierno como presidente dotado de amplias facultades. El héroe de la Segunda Guerra Mundial no se alineó con la línea dura y utilizó su prestigio a favor de la negociación. Parte de los oficiales del ejército francés crearon la Organización del Ejército Secreto (OAS) para lanzar una feroz campaña terrorista que impidiera las conversaciones de paz. En 1961 cuatro generales organizaron desde Argelia un golpe de Estado que fracasó.
EL PUTSCH DE ABRIL DE 1961
LOS JEFES DEL GOLPE: SALAN, CHALLE, ZELLER, Y JOUHAUD
De Gaulle se mantuvo firme y en marzo de 1962 firmó el acuerdo de Evian con los nacionalistas argelinos reconociendo la creación del nuevo Estado nacional. Su aprobación, sometida a referéndum, salió victoriosa en Francia con más del 90 % de los votos y en Argelia consiguió casi el 100 por ciento.
En Medio Oriente, París se retiró de Siria y Líbano en 1946 tras fuertes enfrentamientos en Damasco y presionada por Gran Bretaña. Los sirios consideraban que Líbano era un “estado artificial”, siempre lo habían reclamado como parte de la Gran Siria.
La conducta de Londres hacia sus posesiones fue más flexible. Tanto en Egipto como Irak y Transjordania, al finalizar la Segunda Guerra Mundial reconoció crecientes grados de autonomía a las elites dirigentes locales aunque preservando el control de recursos básicos mediante tratados “amistosos”. La monarquía egipcia y Gran Bretaña resolvieron renegociar el tratado de 1936, pero enfrentaron dos obstáculos: el futuro de Sudán y la presencia británica en el Canal de Suez. Mientras Egipto reclamaba Sudán como territorio propio, Londres propiciaba la creación de un nuevo país. Respecto al canal, los británicos pretendían mantener sus tropas en esa vía clave para el abastecimiento de petróleo.
Finalmente Londres aceptó evacuar la base de Suez y en junio de 1956 se retiraron los últimos soldados británicos. Ese mismo año Sudán alcanzó su independencia con un problema en ciernes: la hostilidad y temor de la
población de las provincias meridionales, que no era árabe ni musulmana, hacia un
gobierno que reivindicaba esos atributos como rasgos primordiales de la nueva
nación.
La renegociación de los tratados firmados por Londres con Irak y Jordania en los años de entreguerra se llevó a cabo sin dificultades. Las monarquías árabes conservadoras fueron proclives a preservar las buenas relaciones con Occidente. Irak se convirtió en el principal protagonista árabe de la alianza occidental al ingresar al pacto de Bagdad en 1955.
En el mandato de Palestina el Libro Blanco británico significó una gravísima amenaza para la empresa sionista, pero la Segunda Guerra Mundial doy paso a una nueva situación.
Además dentro del sionismo también existían tensiones, corrientes enfrentadas e, incluso, escisiones, ya en la década de 1920 la planteada por los revisionistas de Jabotinski quienes postularon la inmediata creación del Estado judío y ocupando ambas márgenes del Jordán, lo que equivalía a la formación de un Estado judeo-árabe impuesto por la fuerza, pero no logró imponerse. Para la mayoría de la dirigencia sionista la mejor alternativa era la de un Estado judío que contara con garantías internacionales. Ben Gurión acudió a Estados Unidos en abril de 1942 donde conmovió a su auditorio con narraciones como la de la tragedia del buque Struma. La embarcación logró llegar a la “tierra prometida” con 668 judíos, pero las autoridades británicas impidieron el desembarco de los pasajeros y los devolvieron a su punto de partida. El viejo Struma naufragó y perecieron todos sus pasajeros.
Ben Gurión consiguió apoyos para sus objetivos: rechazo del Libro Blanco, posibilidad de los judíos a tomar parte en el esfuerzo bélico aliado y creación de una patria para los judíos una vez concluida la guerra. La última propuesta fue la que generó mayores reticencias. En el campo militar una brigada compuesta por unos 6.000 judíos combatió contra los franceses de Vichy en Siria, y contra los alemanes en Italia. Esta fuerza sería la base de la Haganah, ejército clandestino judío hasta 1948 y semilla de las Fuerzas Armadas de Israel.
Londres mantuvo el Libro Blanco en vigor. Independientemente de sus simpatías por los judíos persistían sus intereses económicos y estratégicos, muy vinculados a los países árabes.
En el interior, la vida en Palestina se complicaba. El terrorismo judío, fundamentalmente el del Irgun y el del Stern, se había adueñado de la calle. Puestos de policía, acuartelamientos militares, clubes de oficiales, almacenes británicos, patrullas, todo cuanto prometiera un botín de armas, dinero o promoción política, eran los blancos elegidos.
La facción sionista ortodoxa que tejía consensos internacionales para llegar al Estado de Israel por consenso mundial, estaba siendo rebasada por su derecha –Irgun– y por su izquierda –Stern – y, aunque a veces debió condenar el terrorismo de ambas organizaciones, otras muchas se unió a ellas por medio de su Haganah, o compitió con ellas en su lucha clandestina contra la metrópoli.
En 1946 la lucha se generalizó. Los árabes, que habían asistido impotentes al incremento de la violencia entre judíos y británicos, y que padecían los estados de sitio impuestos por la potencia administradora, decidieron pasar a la acción activa. En febrero se decretó en Palestina una huelga general. En mayo, jefes de Estado árabes reunidos en Egipto reafirmaron el carácter árabe de Palestina. En junio se reunía la Liga Árabe alcanzando acuerdos contra los intereses norteamericano-británicos en sus tierras, caso de no ser atendidas sus reclamaciones sobre Palestina.
Ese año, el Irgun realizó el más importante atentado de su
tremenda historia: la voladura del hotel King David de Jerusalén.
ATENTADO AL HOTEL REY DAVID
ESTE EDIFICIO FUE OCUPADO PARA ALBERGAR LAS INSTITUCIONES CENTRALES DEL RÉGIMEN BRITÁNICO, INCLUYENDO EL CUARTEL GENERAL DEL EJÉRCITO Y EL GOBIERNO CIVIL
Londres decidió dejar el problema en manos de las Naciones Unidas y anunció el fin del mandato para julio de 1948. En noviembre de 1947, la ONU (resolución 181) aprobó la partición del territorio y la creación de dos Estados, uno árabe palestino y otro judío. El primero incluiría 100.000 judíos y 725.000 árabes mientras que en el segundo residirían 498.000 judíos y 407.000 árabes.Esa partición otorgaba a los árabes la Franja de Gaza y una pequeña zona del Neguev, limítrofe con el Sinaí, parte de Galilea, con más de la mitad del curso delJordán, y una porción de terreno junto a las fronteras del Líbano. Israel recibía unaamplia franja mediterránea, con los importantes puertos de Jaifa y Jaffa; la mayor parte del Neguev, con salida al mar Rojo, y la franja oeste del Jordán, al norte del territorio. Jerusalén quedaba bajo control internacional. En total, la partición entregaba a los judíos el 56% del territorio, 14.500 kilómetros cuadrados, incluyendo en ellos el desierto del Neguev. A los árabes se les adjudicaba el 44% de Palestina, 11.383 kilómetros cuadrados
En la votación, treinta y tres miembros, entre ellos los Estados Unidos y la URSS, se pronunciaron a favor, trece en contra (Egipto, Siria, Líbano, Iraq, Arabia Saudita, Yemen, Afganistán, Pakistán, Irán, Turquía, India, Grecia y Cuba); diez se abstuvieron, entre ellos, Gran Bretaña. Los gobiernos árabes solicitaron consultar a la Corte Internacional de Justicia acerca de la posibilidad de dividir un país en contra de la opinión de la mayoría de sus habitantes. En mayo de 1948 los dirigentes judíos aprobaron la creación del Estado de Israel, acto que desencadenó la intervención militar de la Liga Árabe ¬integrada en ese momento por: Egipto, Argelia, Arabia Saudita, Irak, Jordania. Yemen, Siria y Libia¬ que fue rápidamente derrotada.
El Estado judío no sólo resistió el ataque, sino que desalojó violentamente a los palestinos y arrasó sus pueblos, “el gran desastre” (Nakba) según los palestinos Casi dos tercios de los árabes abandonaron sus hogares y se convirtieron en refugiados en Cisjordania, la franja de Gaza y los países árabes vecinos. Los gobiernos británicos, norteamericano e israelí suponían que esos refugiados serían absorbidos por las sociedades de los países en que se habían instalado. La ONU reconoció en 1948 el derecho al retorno de los refugiados y estableció la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) para atender su precaria situación.
En la zona israelí quedó una minoría de palestinos no judíos (musulmanes y cristianos). Más de la mitad de los territorios reservados para los árabes fueron ocupados por los israelíes. De la proyectada Palestina árabe sólo quedaron Gaza, bajo la administración de Egipto, y la Cisjordania anexionada por Transjordania que pasó a ser el reino de Jordania. La ciudad de Jerusalén -según la resolución de la ONU iba a quedar sujeta a un régimen internacional bajo la administración de dicho organismo- quedó dividida en dos sectores: la ciudad nueva (Israel) y la ciudad vieja (Jordania).
Después de la guerra, Israel avanzó rápidamente en su consolidación como Estado mediante el desarrollo de su economía, el fortalecimiento de sus fuerzas armadas y el ingreso masivo de judíos. Los palestinos quedaron dispersos entre varios países y sin una representación política propia, inicialmente su causa quedó en manos de los gobiernos árabes.
Aunque la opinión dominante en las sociedades árabes fue que Estados Unidos y Gran Bretaña habían actuado a favor de los sionistas, los intereses y las posiciones de estos dos países en la región no se vieron afectadas por el conflicto árabe-israelí. La renegociación de los tratados que tenía Gran Bretaña con Irak y Jordania se llevó a cabo sin dificultades.
La derrota en Palestina afectó, en primera instancia, a sectores de la oligarquía árabe gobernante. En Jordania fue asesinado el rey por su inclinación hacia el diálogo con Israel. Mientras que en Egipto, un golpe militar derrocó a la monarquía en 1952.
En Arabia Saudita único país árabe que no cayó bajo la dominación europea, la considerable inversión de capital norteamericano en los campos petrolíferos consolidó la alianza entre la monarquía saudita y los Estados Unidos en detrimento de la influencia británica.
VOLVER A La independencia de Asia IR A La descolonización de África