FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Interpretaciones de la Guerra Fría

I. La Guerra Fría

Desde 1945 han tenido lugar dos grandes debates. Uno es el debate histórico sobre las causas y la reponsabilidad de la Guerra Fría. Esta controversia pasó por tres fases principales: la del consenso inicial en torno a la idea del afan expansionista del comunismo, la revisionista y la postrevisionista. La primera versión sostiene que desde el triunfo de la Revolución Rusa en 1917 y, sobretodo, a partir de 1945, la política exterior soviética se habría caracterizado por una estrategia de largo plazo destinada a derrocar las sociedades capitalistas del mundo y reemplazarlas con régimenes comunistas. En los años sesenta, en el marco de la guerra de Vietnam, proposperó el enfoque revisionista. Esta corriente atribuyó la responsabilidad de la Guerra Fría a Estados Unidos. Algunos historiadores esgrimieron razones objetivas y otros subrayaron las causas subjetivas. Los primeros pusieron el acento en la lógica del sistema económico capitalista que requería de nuevos mercados donde invertir el capital. Las graves tensiones que caracterizaron a la Guerra Fría se explicarían por la agresividad del imperialismo estadounidense frente a los avances en los procesos de liberación nacional en el Tercer Mundo, la creciente capacidad estratégica de los soviéticos y la declinción de la hegemonía estadounidense en el mundo capitalista. Aquellos que privilegiaron los factores subjetivos destacaron la constitución, después de la muerte de Roosevelt, de nuevos equipos de gobierno escasamente dispuestos a preservar la actitud conciliadora del presidente promotor del New Deal. La versión postrevisionista ganó terreno en el marco de la Segunda Guerra Fría. Desde esta óptica, el “expansionismo” soviético se reflejaba claramente en la revoluciones en el Tercer Mundo. En consecuencia, Estados Unidos y otros países de Occidente habrían de implementar una renovada política de contención que cristalizó en la política del presidente republicano Ronald Reagan.
Esto no quiere decir que sea factible ubicar a todos los historiadores en alguna de estas corrientes principales. Por ejemplo, el historiador inglés Eric Hobsbawm desestima la identificación de un “culpable” y no considera que fuese inevitable que la relación entre ambas potencias desembocase en la Guerra Fría. Opta por combinar el análisis de las decisiones de los dirigentes de Washington y Moscú con la percepción que tenían de sus posibilidades y objetivos a fin de definir las relaciones entre sí. Desde su perspectiva, la debilidad de la URSS, impulsó a Stalin a una postura intransigente a fin de opacar su débil margen de acción. Al mismo tiempo, el gobierno estadounidense siguió una línea histéricamente anticomunista para contar con el enemigo que hiciera posible cohesionar a la sociedad norteamericana en torno a una política activa en el plano internacional y abandonar el aislamiento.
En el campo de estudio de las relaciones internacionales ¬y en parte también en el movimiento pacifista que se puso en movimiento en Europa Occidental para detener la instalación de los misiles en esta zona y frenar la carrera armamentista¬ la Guerra Fría fue abordada, no como proceso, sino para dar cuenta de su “lógica” y la naturaleza de este conflicto. En este terreno reconocemos cuatro enfoques principales: el realista, el subjetivista, el internista y el intersistémico.
Para el realismo, la Guerra Fria es una continuación de la política de las grandes potencias que rivalizan permanentemente entre sí a fin de alcanzar las metas propias de cada uno de sus Estados nacionales. No obstante reconocen algunos elementos distintivos de este período: armas nucleares, rivalidad ideológica.
El subjetivismo analiza la Guerra Fría en términos de percepciones. Sostiene que la política exterior en general y los errores de la misma deben atribuirse a las concepciones individuales y colectivas de los responsables de la elaboración de las políticas exteriores y de las poblaciones que apoyaban o limitaban estas políticas.
La versión internista sitúa la dinámica de la Guerra Fría dentro de los bloques contendients más que entre ellos. Según Noam Chomsky, uno de sus representantes “La guerra fría es un sistema considerablemente funcional por medio del cual las superpotencias controlan sus propios dominios. Es por eso que continúa y continuará” O sea los autores inspirados en esta teoría sostienen que el verdadero conflicto internacional en el contexto de la Guerra Fría debería buscarse en los procesos de disciplinamiento que ambas superpotencias habrían pretendido realizar en el seno de ambos bloques justificandolo en la agudización de las tensiones entre el capitalismo y el comunismo.
Parte de los intelectuales que adhieren a este enfoque se centran en las presiones ejercidas a favor de la confrontación por parte de ciertos sectores, particularmente el complejo militar-industrial. Entre los autores más conocidos de esta idea cabe mencionar al historiador inglés Edward Thompson quien llevó a cabo una destacada labor como miembro del movimiento pacifista antinuclear durante la Guerra Fría. Thompson propuso la “tesis del exterminismo” a través de la cual advirtió sobre la grave amenaza que representaban la autonomía relativa de los mandos militares responsables por las armas nucleares. La idea del exterminismo soslaya las razones y el modo en que compiten los dos bloques en la esfera internacional y deja de lado sus diferencias políticas, económicas y sociales.
Según Thompson el exterminismo es un fenómeno único que afecta “isomórficamente” a las dos sociedades, la capitalista y la comunista, funciona por sí mismo, sin finalidad racional alguna, y lleva a la sociedad a la que afecta por una vía armamentista al término de la cual sólo hay destrucción y “exterminación de masas”.

 
E.P. Thompson, la guerra de las galaxias

Esta línea de pensamiento acabó siendo central entre los movimientos ambientalistas o “verdes” y pacificistas, sobre todo en Europa Occidental.
El enfoque intersistémico sostenido por el marxista inglés Fred Halliday niega que la Guerra Fría sea una mera continuación de la política tradicional y si bien reconoce el peso de los asuntos internos, subraya que los dos bloques están, básicamente, interesados en mejorar sus posiciones y en dominar al contrario.Sostiene tres ideas principales: la rivalidad Este-Oeste fue producto del conflicto entre dos sistemas sociales diferenciados; la comptencia es de alcance universal y la rivalidad sólo puede concluir con el predominio de un bloque sobre el otro.

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