El partido Baath
V. El tercer mundo
La palabra Baath –o bien Baaz– significa en árabe “renacimiento”, y se usó para el nombre de este partido en alusión a la reconstrucción de una nación árabe unida. Esta fuerza política fue gestada por intelectuales árabes de Damasco en la década de 1940 –Siria aún estaba bajo el control de Francia–, entre quienes se destacaron el cristiano Michel Aflaq como teórico y Salah Bitar como organizador. Ambos formaban parte de la pequeña burguesía de Damasco y estudiaron en La Sorbona. Al finalizar la Segunda Guerra publicaron el primer número del periódico Al-Baath (El Renacer), que reivindicaba tres principios: “la unidad árabe, la libertad y el socialismo”.
SALAH AL-DIN AL-BITAR (1912-1980) )
FUE MINISTRO A PARTIR DE 1963 EN LOS PRIMEROS GOBIERNOS DEL PARTIDO BAATH, EN SIRIA. DESPUÉS DEL GOLPE DE 1966 EN QUE SE IMPUSO LA FRACCIÓN RADICAL DEL BAATH, BITAR ABANDONÓ EL PARTIDO Y SE RADICÓ EN PARÍS.
El congreso fundacional del partido se concretó en 1947 con unas pocas centenas de militantes, básicamente intelectuales y estudiantes. Su ideario nacionalista y de sesgo laico, aunque teniendo en cuenta el islam, se oponía a la concepción panislámica que privilegiaba el concepto de umma, la comunidad de creyentes, como elemento básico para alcanzar la independencia y recuperar el vigor del mundo árabe. La ideología nacionalista, en cambio, reivindicaba la existencia de la nación árabe cohesionada en torno de una lengua y una cultura compartidas. Desde la perspectiva de Aflaq, el islam expresaba la creatividad y la grandeza del espíritu árabe:
El islam presenta la imagen más brillante de su lengua y de su literatura [la de los árabes] y la parte más importante de su historia nacional es indisociable de él, porque el islam en su esencia y en su verdad es un movimiento árabe que representa la renovación y la culminación de la realidad, porque descendió a su suelo y en su lengua, porque el apóstol [Mahoma] es árabe y los primeros héroes que lucharon por el islam y lo hicieron triunfar fueron árabes, porque su visión de la realidad se identificaba con el espíritu árabe, las virtudes que fomentó eran virtudes árabes, implícitas o explícitas, y los defectos que fustigó eran defectos árabes en vías de desaparecer.
Los fundadores del Baath fueron contrarios a los nacionalismos de los distintos territorios árabes, de cuya división culparon al imperialismo europeo. Según Aflaq y Bitar, los pueblos árabes liberados del dominio turco no pudieron unirse en un solo Estado debido a que las potencias vencedoras decidieron dividir a la “nación árabe” creando diversos Estados sin verdaderas bases nacionales.
En 1953 el Baath se unió con el Partido Socialista Árabe de Akram al-Hurani, vinculado especialmente a la pequeña y media burguesía tanto campesina como artesanal y comerciante. Esta fusión posibilitó que el Baath tuviera una base social más extendida y popular, al mismo tiempo que ganaba terreno entre los jóvenes oficiales. Su influencia se extendió por Irak, Líbano, Jordania e incluso dentro de la OLP, pero solo llegó a tomar el gobierno en Siria e Irak, a partir de 1963.
La unificación de Siria con Egipto en 1958, deseada por Michel Aflaq, marcó paradójicamente un freno a su influencia, ya que Nasser pretendió subordinar el partido a sus directivas y en el seno de este se intensificaron las fricciones entre diferentes facciones. Ese mismo año, se hizo evidente la creciente fuerza de la rama iraquí del Baath.
En 1963, tanto en Siria como en Irak, los militares baathistas dieron golpes de Estado y las dos principales ramas del Baath, muy distantes entre sí, llegaron al gobierno aunque sin haber cohesionado sus filas. La existencia de diferentes tendencias baathistas en los dos países dio lugar a un breve período de gobiernos inestables derrocados por golpes.
MICHEL AFLAQ (DERECHA) EN 1979, CON EL PRESIDENTE IRAQUÍ SADDAM HUSSEIN
