FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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III. Los años dorados en el capitalismo central

Producción en masa y sociedad de consumo


Las significativas transformaciones que atravesaron a las sociedades del Primer Mundo en la segunda mitad del siglo xx fueron a la vez económicas, sociales, culturales y políticas. Aunque simplificando un proceso con múltiples dimensiones, se distinguen cinco factores básicos en la honda renovación social: la consolidación del fordismo como estrategia productiva asociada a nuevas formas de consumo; la extendida y profunda urbanización; el nuevo papel de la mujer tanto en el campo laboral y en el ámbito familiar como en la relación con su cuerpo a partir del control de la natalidad; la destacada gravitación de la cultura juvenil y, por último, la consolidación del Estado de bienestar. Este contribuyó a un cierto grado de desmercantilización de la fuerza de trabajo, pero también, aunque no fuera su objetivo, a un creciente afianzamiento del individualismo. En estos resultados se conjugaron, tanto los extendidos alcances de la educación como las posibilidades abiertas para organizar la propia vida con una mucha menor dependencia del núcleo familiar y de la condición de asalariado.

Las tres décadas de crecimiento económico se basaron, principalmente, en la difusión de las técnicas de producción masiva, el bajo costo de la energía, la expansión de los mercados de consumo y la gestión keynesiana.

El fordismo fue una estrategia de acumulación intensiva de capital basada en la “gestión científica” del trabajo iniciada a fines del siglo XIX, que básicamente consistió en la apropiación del saber del trabajador para ser transferido a la máquina. Al mismo tiempo que la cadena de montaje imponía sus tiempos a las tareas del obrero, un equipo de técnicos y profesionales le ordenaba la organización de su labor y supervisaba sus actividades. Este sistema posibilitó un gran incremento en la productividad del trabajo y dio lugar a la producción masiva de bienes de consumo baratos. Un requisito clave para que los incrementos de productividad no desembocaran en una crisis de superproducción como la de 1930 consistió en que el trabajador masivo gestado por el taylorismo se convirtiese en el consumidor masivo de los bienes producidos industrialmente. En este sentido, el círculo virtuoso de los años dorados incluyó el contrato de largo plazo de la relación laboral con límites rígidos para los despidos, y la aceptación del crecimiento del salario indexado en relación con el incremento de la productividad en general. El aumento de los salarios reales se tradujo en consumo masivo; esta demanda sirvió para estimular nuevas inversiones, que al estar asociadas con crecimientos de la productividad aseguraron tasas de ganancias atractivas, y por ende nuevas inversiones.


COLLAGE DE RICHARD HAMILTON








COLLAGE DE RICHARD HAMILTON








ESTA OBRA, ¿QUÉ ES LO QUE HACE A LOS HOGARES DE HOY DÍA TAN DIFERENTES, TAN LLAMATIVOS?, FUE PRESENTADA POR EL PINTOR BRITÁNICO EN UNA GALERIA DE LONDRES EN 1956. EL AUTOR MUESTRA CIERTOS ÍCONOS DE LA OPULENCIA AMERICANA CON TOQUES IRÓNICOS. ESTE COLLAGE SE CONVIRTIÓ EN LA IMAGEN PROGRAMÁTICA DEL POP ART BRITÁNICO, CORRIENTE ARTÍSTICA INICIADA EN LA DÉCADA  DE 1950 EN ESTADOS UNIDOS Y GRAN BRETAÑA, QUE SE INSPIRÓ EN LA CULTURA DE MASAS Y LOS LENGUAJES UTILIZADOS POR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

HAMILTON PIONERO DEL ARTE POP NACIÓ EN 1922 Y MURIÓ A LOS 89 AÑOS. DEFINIÓ EL POP ART COMO UNA DISCIPLINA POPULAR, EFÍMERA, DE BAJO COSTO, PRODUCIDA EN MASA, SEXY, GLAMOROSA Y UN GRAN NEGOCIO. EN 1968 DISEÑÓ LA CUBIERTA DEL ÁLBUM BLANCO DE LOS BEATLES


La incorporación de los jóvenes y adolescentes jugó un papel destacado en la ampliación del consumo. La cultura juvenil fue un sector cada vez más atractivo para las industrias de la ropa, la música y la publicidad. Con las innovaciones tecnológicas, nuevos productos invadieron el mercado: televisores, discos de vinilo, casetes, relojes digitales, calculadoras de bolsillo. Una de las grandes novedades fue la miniaturización y la portabilidad de estos objetos.

La expansión económica requirió una abundante oferta de fuerza de trabajo y elevadas inversiones de capital en la producción industrial. La mano de obra provino de distintas fuentes. El enorme paro encubierto así como el número considerable de trabajadores situados en sectores escasamente productivos ofrecieron después de la guerra la fuerza de trabajo barata que alentó la recuperación y la expansión económica de Europa occidental y el Japón. A medida que se consumía esta reserva laboral, la oferta de trabajo también aumentó a través de la inmigración, de una tasa más alta de la población incorporada al mercado de trabajo –especialmente de mujeres, que dejaban de ser solo amas de casa– y, a mediano plazo, del crecimiento demográfico.

En los movimientos internacionales de población se produjeron cambios estructurales respecto de los flujos migratorios de la era del imperialismo: de las migraciones intercontinentales a las intracontinentales. En la inmediata posguerra se produjeron traslados masivos por razones políticas. Entre 1945 y 1947 la Administración de las Naciones Unidas para el Socorro y la Rehabilitación repatrió a no menos de 30 millones de personas. A partir de los años cincuenta, los países occidentales empezaron a atraer sobre todo a emigrantes que abandonaban sus países por motivos económicos. En un primer momento procedían de Europa meridional y oriental, luego del norte de África y posteriormente ingresaron muchos del Próximo y Medio Oriente (Turquía, Irán y Pakistán). Los gobiernos no elaboraron una política inmigratoria sino que toleraron la llegada de inmigrantes como solución coyuntural. Sin embargo, los trabajadores extranjeros, en lugar de entrar y salir de acuerdo con la marcha del ciclo económico, se insertaron de manera permanente en los puestos de trabajo menos considerados y peor pagados. A partir de las dificultades económicas a principios de los 70, los gobiernos europeos occidentales resolvieron restringir la entrada de los extranjeros. Estados Unidos también recibió un caudal destacado de inmigrantes, procedentes sobre todo de Costa Rica, las Antillas, México. A diferencia de Europa occidental gran parte de la fuerza de trabajo que llegaba a Estados Unidos eran trabajadores de temporada, ilegales. Japón no recibió inmigrantes, los estrangulamientos en el mercado de trabajo fueron superados a través de la colocación de sus capitales en los países de Asia sudoriental.

No solo llegaron trabajadores de las zonas menos desarrolladas, el capital también fue hacia ellas, y hubo inversiones en nuevas regiones en el interior de las propias fronteras nacionales. Esta expansión estuvo vinculada tanto con la búsqueda de zonas con bajos salarios por parte del capital, como con el interés de muchos gobiernos en impulsar el crecimiento de las zonas más atrasadas a través de subvenciones directas e indirectas. Resultados de esta orientación fueron la expansión del sureste de Estados Unidos, del Mezzogiorno en Italia, de Escocia oriental en Gran Bretaña, de Flandes en Bélgica.

La expansión y profundización industrial impulsó el crecimiento del sector de los servicios en relación con las actividades requeridas por las grandes unidades productivas y la comercialización de los bienes de consumo, pero también alentado por el afianzamiento del Estado de bienestar y por los cambios en las pautas de la vida familiar, entre los que se destacó el nuevo papel de la mujer. Desde el momento en que las mujeres –de la clase media, básicamente, ya que las de los sectores populares duplicaron sus esfuerzos– relegaron las tareas domésticas fue necesario que otros “sirvieran” las necesidades del hogar: las casas de comidas, los lavaderos, los centros maternales, los geriátricos. La nueva familia empezó a depender de los servicios, pero estos no necesariamente quedaron a cargo de los trabajadores de este rubro, que tuvieron la inmediata competencia de los artefactos domésticos, un dato que afectó negativamente el salario de los empleados del sector servicios.

En la edad dorada se produjo en el mundo una notable aceleración del proceso de urbanización, derivado, en buena medida, del incremento de las migraciones rural-urbanas. La población rural fue expulsada de la agricultura por la modernización del trabajo rural, al mismo tiempo que era atraída a la ciudad por la expansión industrial y el crecimiento de la economía informal, especialmente en las áreas metropolitanas de los países en desarrollo.


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