FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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V. El tercer mundo

Guerras fratricidas en África

 

 

En Sudán, Chad, Nigeria, Ruanda-Burundi y el Cuerno de África hubo guerras civiles en el marco de la oleada descolonizadora, mientras que en África austral se consolidó el régimen del apartheid y la dominación colonial de Portugal no claudicó.

Después de las accidentadas negociaciones entre Londres y Cairo, Sudán consiguió su independencia en enero de 1956. Gran Bretaña dejó el control de las instituciones políticas y de la economía en manos de la elite árabe-musulmana del norte. La nueva clase gobernante, que definió la identidad nacional según la tradición cultural árabe, acaparó los ingresos procedentes de la explotación de los recursos naturales –gas, petróleo, minerales o maderas preciosas regionales– y los distribuyó desigualmente.

La primera insurgencia, en el sur de Sudán (1955-1972), ocurrió en el marco de la descolonización ante la inminente llegada de los árabes a una zona donde hasta entonces habían tenido poca influencia. En un principio el movimiento rebelde era una banda saqueadora, al margen de la ley, pero con el correr del tiempo llegó a convertirse en una fuerza política y militar capaz de hacer frente al ejército y negociar un tratado de paz en 1972 que proporcionó a Sudán del sur una autonomía regional limitada. En la lucha habían muerto medio millón de personas y cientos de miles fueron desplazadas dentro de la región o bien refugiadas en el norte y en otros países.

A lo largo de este período, el gobierno central fue muy inestable. Desde 1956 a 1958, los políticos gobernantes se dividieron en facciones enfrentadas. La junta militar que los desplazó en 1958 intentó liquidar el conflicto del sur a través de la islamización y la arabización obligatorias. Pero la impotencia del ejército ante los insurgentes condujo a la caída pacífica de los militares en 1964. Los políticos volvieron a quedar inmersos en conflictos facciosos y en 1969 hubo un nuevo golpe. La junta militar, liderada por Jaafar Nimeiri, negoció con los rebeldes del sur; acto seguido, impuso un sistema de partido único y anunció la creación un Estado socialista. En 1983 recomenzó la lucha armada en el sur y, dos años después, Nimeiri fue derrocado por otro golpe militar.

El gobierno de Chad impulsó un programa homogeneizador pero, a diferencia de Sudán, favoreció a la población autóctona e ignoró las demandas de los numerosos habitantes musulmanes del norte y el centro del país. Esto desató una serie de disturbios en la zona musulmana, agravados por la injerencia de Libia en el norte y de Sudán en el este. El Frente de Liberación Nacional de Chad, creado en 1966, intentó agrupar a sectores de izquierda y musulmanes para resistir el autoritarismo del gobierno, pero fracasó. Recién en la década de 1990 dio inicio un frágil proceso de democratización basado en conferencias y pactos entre los numerosos grupos armados que durante décadas habían arrasado el país.

El conflicto con mayor derramamiento de sangre en los años dorados ocurrió en Nigeria, con la secesión de Biafra (1967-1970). Este país era producto de los caprichosos montajes británicos, que habían reunido en una única colonia a varias regiones que tenían pocos elementos en común. El norte estaba principalmente poblado por los hausas y los fulanis, pueblos musulmanes a los que se sumaban poblaciones paganas muy diversas; en el oeste, dominaban los yorubas y sus parientes, los binis, musulmanes y cristianos protestantes; los ibos, más occidentalizados, eran mayoría en el este. Esta comunidad contaba con una elite educada en universidades europeas y estadounidenses que, desde el dominio británico, había ido ocupando posiciones en la administración pública y las fuerzas de seguridad, y ganando altura en el plano económico. A partir de la independencia, los ibos se sintieron postergados y, en 1966, los miembros de esta comunidad posicionados en las fuerzas armadas encabezaron un golpe sangriento que fracasó. El gobierno respondió con una matanza masiva de ibos residentes en el norte; como respuesta, los ibos del este proclamaron la República de Biafra, que a la sazón era la zona de Nigeria más rica en petróleo. Al cabo de tres años, en los que murieron más de dos millones de personas, el gobierno central recuperó el territorio.

 

 

hambre

 

 

 

 

CONSECUENCIAS DEL HAMBRE ASOCIADA CON LA GUERRA

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, la historia posterior de este país aparece signada por una perversa articulación entre los conflictos étnicos, los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes, y la lucha por el control del petróleo. El 90% de las exportaciones del país se deben al oro negro, descubierto poco antes de  la independencia. En la década de 1970 el gobierno aprobó un decreto que le otorgaba el derecho exclusivo sobre la riqueza del suelo de las zonas costeras y firmó lucrativos contratos con algunas multinacionales, como Shell, Texaco o Chevron. Pero la alta renta petrolera no mejoró los niveles de vida de la población asentada en las tierras donde se perforaban los codiciados pozos.

La ex colonia alemana Ruanda-Burundi, bajo mandato belga desde la Primera Guerra Mundial, abarcaba tres grupos étnicos: tutsis, hutus y twags. Los tutsis, aunque minoritarios, tenían antes de la colonización una posición dominante que fue confirmada bajo la dominación de Bélgica. Cuando se declaró la independencia, en 1962, la zona fue dividida en dos Estados: la República de Ruanda, bajo el control de los hutus, y la monarquía de Burundi, donde los tutsi preservaron su condición de grupo gobernante. La región fue asolada por grupos armados de una y otra etnia.

Gran parte de los tutsi ruandeses, frente a la discriminación y la violencia ejercida por el nuevo régimen, buscaron refugio en los países vecinos –Burundi, Uganda, Tanzania– y desde allí atacaron a los hutus. Los exiliados, de corta edad en ese momento, crearon posteriormente el Frente Patriótico Ruandés, que ocuparía un lugar importante en la guerra de Ruanda con alcances regionales en la década de 1990.

Durante el reparto imperialista, la comunidad tradicional somalí quedó dividida en diferentes colonias: la Somalía británica (la zona noroeste del país, que corresponde a la actual Somaliland), la Somalía francesa (actual Djibuti), la Somalía italiana (centro y sur del país), el Northern Frontier District (actualmente parte de Kenia, en aquella época también británica) y Ogadén (región etíope de Somalía Occidental). En el momento de la independencia, en 1960, las ex colonias británica e italiana se unieron para formar la República de Somalía.

El escenario interno somalí fue muy complejo y dramático debido a la politización de las diferencias, dado que las rivalidades entre jefes políticos profundizaron las divisiones entre los clanes. La sociedad somalí –étnica, religiosa (islam suní) y lingüísticamente (somalí) homogénea– se divide en clanes y subclanes, al igual que la mitad oriental del continente africano. La mayoría de la población está distribuida en cinco clanes principales y el comportamiento de cada persona está definido de antemano por sus obligaciones hacia el clan y sus líderes.

Los primeros diez años posteriores a la independencia se caracterizaron por los intentos de establecer una democracia multipartidista que estuviera por encima de las relaciones de clan, a las que, sin embargo, la población daba una mayor importancia política y social. La polarización política y la incapacidad de acordar un sucesor tras el asesinato del presidente a fines de los años sesenta desembocaron en el golpe militar de Siad Barre. Este anunció la instauración del socialismo científico, basado en un régimen de partido único bajo su liderazgo y comprometido con la formación de la gran Somalía a través de la anexión de las diferentes regiones somalíes controladas por los países vecinos y, además, mediante la supresión de los clanes. La oposición al nuevo régimen fue asistida por los países vecinos, principalmente Etiopía y Libia. Mientras que Barre, con el apoyo soviético, armó uno de los principales ejércitos del continente africano.

El giro de Moscú, que abandonó a Somalía para ayudarr al nuevo régimen socialista etíope, y la derrota de los somalíes en la guerra con Etiopía en 1978 debilitaron a Barre, quien fue derrocado en 1991. Después de su destitución, la proliferación de facciones en el campo opositor impidió la formación de un gobierno que tuviera autoridad sobre el conjunto del territorio. Desde entonces, Somalia es una nación sin Estado

 

 

 

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