FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Los socialistas y la Primera Guerra Mundial

I. La Primera Guerra Mundial

 

 

En noviembre de 1912 se convocó una conferencia de emergencia de la Internacional en Basilea para tratar el tema de la carrera armamentista desenfrenada que hacía prever el estallido de una guerra. Los líderes socialistas alemanes, británicos y franceses se comprometieron a oponerse a cualquier política agresiva de sus respectivos gobiernos, y se acordó que cuando llegara el momento sus diputados parlamentarios votarían contra los créditos de guerra. Se aplaudió la propuesta de llamar a una «huelga revolucionaria internacional contra la guerra», aunque no se sometió a votación. El dirigente francés Jean Jaurès fue aclamado cuando señaló que el sacrificio de una revolución sería mucho menor que el de la guerra que están preparando. Finalmente, fue unánimemente aprobada la resolución que concluía con el llamado a rechazar el mundo capitalista de la explotación y el asesinato en masa para defender el mundo proletario de la paz y la fraternidad internacional.

Sin embargo, en agosto de 1914 prevaleció la unión sagrada de todos los ciudadanos para defender a la patria en peligro. Los socialistas no convocaron a ninguna huelga, ni  rechazaron los créditos de guerra.

En el seno del Reichstag, el socialista alemán Hugo Haase definió la posición de su partido en estos términos:

"Los resultados de una política imperialista [...] acaban de abatirse, como una marejada, sobre Europa [...]. La socialdemocracia ha combatido con todas sus fuerzas el desarrollo catastrófico de esta política [...] Pero su esfuerzo para salvar la paz ha sido infructuoso [...] No hemos de plantearnos ahora el pro o contra la guerra, sino la cuestión de los medios necesarios para asegurar la defensa del país [...]. Haremos, pues, lo que hemos prometido hacer siempre: a la hora del peligro, no abandonaremos a nuestra patria".

En Jacques Droz, Le socialisme démocratique, 1864-1960, París, Armand Colin, 1966.

Pero la socialdemocracia alemana se dividió. Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo fueron los primeros en alejarse del partido, al que acusaron de haber traicionado el internacionalismo proletario. La decidida prédica de ambos contra la guerra, a través del periódico Espartaco, creado en 1916, los llevó a la cárcel, de la que fueron liberados al derrumbarse la monarquía. En 1917 también el grupo encabezado por Hugo Haase y Karl Kautsky tuvo que abandonar las filas del partido por negarse a votar los créditos de guerra, y decidieron crear el partido Socialdemócrata Independiente. Los espartaquistas se unieron al mismo como fracción, con su propio programa y prensa.

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