FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

Usted está aquí: Inicio Carpeta 2 Notas Adolf Hitler

Adolf Hitler

III. Fascismo y nazismo


Hitler


Nació el 20 de abril de 1889 en Braunau, una pequeña ciudad de la frontera austro-bávara. Su padre, Alois Hitler, un funcionario de aduanas, cuando conoció a Klara Pölz, su madre, ya era un hombre de cincuenta años con hijos casi tan mayores como su futura esposa. El matrimonio tuvo seis hijos, de los cuales solo Adolf y su hermana Paula llegaron a la mayoría de edad.

En 1903, la muerte su padre le otorgó cierta libertad de movimientos. Algo más tarde, una pulmonía le permitió abandonar la escuela y se dedicó durante dos años a su afición favorita, la pintura, con la ilusión de ser algún día un artista reconocido. En octubre de 1907 llegó a Viena, la capital solemne y fastuosa de una de las monarquías más antiguas de Europa. Fue reprobado en el examen de ingreso de la Academia de Bellas Artes por dos años consecutivos, y no pudo ser admitido en la facultad de Arquitectura por carecer de certificado de estudios. Durante cinco años vivió de las pinturas que lograba vender.

Dos figuras de la vida política ejercieron un fuerte impacto sobre sus ideas y formas de concebir la acción política: el burgomaestre de Viena, Karl Lueger, antisemita, fundador del Partido Social Cristiano austríaco, y el nacionalista pangermanista George von Schönerer, rabiosamente antisemita.

De Viena pasó a Munich, donde recibió la noticia del inicio de la guerra como una bendición del cielo y se ofreció como voluntario: “Comenzó así para mí, como para todo alemán, el tiempo más sublime e inolvidable de mi existencia terrena; aquellas horas fueron como una liberación de las penosas impresiones de mi juventud. Tampoco me avergüenzo de decir hoy que, llevado por un entusiasmo irrefrenable, caí de rodillas para agradecer al cielo el haberme permitido la fortuna de poder vivir en una época así. Frente a los acontecimientos de esta lucha gigantesca, el pasado se reducía a una insípida nulidad”.

Fue enrolado como voluntario en un batallón de infantería de reserva, y fue durante cuatro años un soldado modelo para el cual el ejército significaba familia, afectos y medios de vida. Durante toda la guerra tuvo el papel de estafeta, debiendo atravesar el infierno del frente occidental; sus acciones lo llevaron a ganar el grado de cabo y, si no ascendió más, fue porque era súbdito austríaco; se le otorgó además la Cruz de Hierro de segunda, y luego de primera categoría, galardón rara vez concedido a un militar de origen extranjero y de grado tan bajo.

En octubre de 1916 cayó herido por un disparo que le atraviesa una pierna. En 1918 resultó nuevamente herido; tras inhalar gases tóxicos perdió por un tiempo la visión y sufrió varias operaciones. Durante su convalecencia llegó a la conclusión de que asistía a una profunda transformación del mundo: la Revolución había triunfado en Rusia, el Imperio austro-húngaro había desaparecido, mientras que su admirada Alemania había sufrido una humillante derrota. Desde su perspectiva, el fracaso alemán era fruto del régimen de partidos, y básicamente de los judíos, a cuyas maniobras adjudicó las condiciones impuestas en Versalles.

Después del fracaso del putsch de Munich fue arrestado en la villa del editor y mecenas Putzi Hanhstägl. Acusado de alta traición, utilizó la tribuna que le ofrecía el proceso para justificar su acción en nombre de la defensa del honor de la patria, y apeló al juicio de la historia que reconocería su patriotismo y la pureza de sus intenciones.


Contenido Relacionado
Acciones de Documento