FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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VI. El mundo colonial y dependiente

El ex imperio otomano: Turquia


En su período de esplendor, el Imperio otomano, sede del califato, englobó dos comunidades en las que prevalecía la religión musulmana: los turcos, asentados en la Anatolia turca, y los árabes, la población dominante en el norte de África, Oriente Próximo y la península arábiga. Con la derrota de los otomanos en la Gran Guerra, todo el espacio aún bajo el control de Estambul sufrió profundos cambios. Por un lado, fue creado el nuevo Estado nacional de Turquía; por otro, Oriente Próximo quedó repartido entre Francia y Gran Bretaña, y por último, en la península arábiga se constituyó el primer Estado árabe independiente: Arabia Saudita. En el norte de África, ocupado a lo largo del siglo XIX, continuó la dominación de Francia (Marruecos, Argelia y Túnez) y la de Italia (Libia), mientras que Gran Bretaña concedió mayor autonomía a Egipto. En síntesis, con la desintegración del Imperio, emergió un Estado para los turcos, mientras que la mayor parte de los árabes quedaron bajo la dominación europea. nota

 

LA MEZQUITA DE BAYEZID.

 





LA MEZQUITA DE BAYEZID.






 LEVANTADA EN ESTAMBUL POR EL SULTÁN BAYEZID II A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI, CERCA DE LAS RUINAS DEL FORO DE TEODOSIO (347-395), EL ÚLTIMO EMPERADOR QUE RETUVO EL PODER EN ROMA Y CONSTANTINOPLA SIMULTÁNEAMENTE.


Al término de la Gran Guerra, los vencedores impusieron al sultán el tratado de Sèvres que reducía a su mínima expresión “la patria” de los turcos, pero el jefe militar nacionalista Mustafá Kemal Pachá reunió a todas las fuerzas que no aceptaban la desaparición de Turquía. En junio de 1920 emprendió la guerra de independencia contra los griegos que, con la aprobación de Francia e Inglaterra, invadían Anatolia. Luego de los sangrientos combates contra las fuerzas helenas y de las operaciones contra los franceses en Cilicia, a finales de agosto de 1922 Mustafá Kemal pudo lanzar su famosa orden del día: “¡Soldados! ¡Adelante! Hacia el Mediterráneo!”. Un mes después las fuerzas griegas habían dejado Asia Menor, y en octubre de 1923 el ejército turco hizo su entrada en Estambul: la primera guerra de descolonización del siglo XX había llegado a su fin. El Partido del Congreso de la India felicitó al pueblo turco y a Mustafá Kemal por su victoria, “seguro presagio de la libertad de todas las naciones de Oriente”. Por su parte, el gobierno soviético manifestó su solidaridad con Kemal en su resistencia a las condiciones impuestas por la Entente.

De las ruinas del Imperio nació un Estado que destruía los pilares de aquel para seguir el ejemplo de los países occidentales. Mustafá Kemal abolió el sultanato y el califato para instaurar la república y asumir como su primer presidente, con el nombre de Atatürk, que significa “padre” o “antepasado”. Toda su atención se concentraría a partir de ese momento en la construcción de un Estado laico y en la transformación de un pueblo en que prevalecían el nomadismo y el afán de participar en guerras de conquista, en un pueblo sedentario, agricultor e industrial. Una radical revolución cultural que apenas atrajo la atención de Occidente.


ATATÜRK (1881-1938)










ATATÜRK (1881-1938)









Durante la guerra de independencia (1920-1922), Atatürk se había apoyado en la religión y en los religiosos, que eran muchos. Fue solo después de la proclamación de la república y del traslado de la capital a Ankara, en 1923, cuando lanzó un programa radical de laicización de la sociedad y del Estado turco. Al abolir el califato en 1924, se puso fin a la dualidad de poderes: ya no habría una legitimación de los gobernantes procedente de la línea sucesoria del Profeta; la autoridad de los gobernantes se fundaba ahora en el reconocimiento brindado por la ciudadanía mediante el sufragio.

La mención “el islam como religión de Estado”, que se había mantenido en la constitución de 1924, se suprimió mediante una enmienda cuatro años después. En 1931 se dio un paso más cuando el Partido Republicano del Pueblo adoptó el principio de la laicidad: “Debido a que las ideas religiosas pertenecen al campo de la conciencia personal, el partido considera que la exclusión de los conceptos religiosos de los asuntos del Estado y de la vida política es el factor principal que puede garantizar a nuestra nación el éxito en su camino hacia el progreso”.

Al mismo tiempo, una ley llamada de “unificación de la enseñanza” colocó bajo el control del Ministerio de Educación a todas las escuelas, con el consiguiente cierre de las madrazas dependientes del poder religioso y encargadas de la formación de los doctores de la ley religiosa, los ulemas. Estos centros fueron sustituidos por una facultad de Teología en Estambul y escuelas bajo supervisión estatal para los imanes y los predicadores. También se liberó la legislación de toda referencia al derecho islámico, y se cerraron los tribunales islámicos. En 1926 cayó uno de los últimos bastiones del poder religioso, con la adopción de un código civil ampliamente inspirado en el código suizo, que suprimió la poligamia, instauró el matrimonio civil y estableció la igualdad del hombre y de la mujer. Las mujeres turcas tuvieron derecho al voto en el nivel municipal en el año 1930.

Otras innovaciones no dejaban dudas sobre el afán de ampliar la distancia entre los turcos y las tradiciones arabomusulmanas: la adopción del alfabeto latino, la puesta a punto de una versión oficial de la historia que reconocía a los turcos un brillante pasado preislámico, la “purificación” de la lengua turca mediante la eliminación de los préstamos árabes y persas, la imposición por ley del uso del sombrero a la usanza occidental en lugar del fez y del turbante, al mismo tiempo que se alentaba a las mujeres a que se deshicieran del velo, y también la adopción del calendario gregoriano en virtud de lo cual el de la hégira quedó reducido a un uso privado relacionado con la religión. En 1935 se decretó el domingo como día feriado.

Atatürk, gran lector de los enciclopedistas y volteriano convencido, no dudó en imponer autoritariamente estos cambios a una población indiferente u hostil, compuesta en un 98 % por musulmanes. Pero la instrumentación del proyecto kemalista también le debe mucho a la historia otomana, la cual revela una injerencia prácticamente constante del Estado sobre lo religioso. Al lado de la ley islámica, hacía mucho tiempo que el sultán legislaba inspirado en costumbres o hábitos locales y, en el ámbito del comercio y del derecho penal, con fuerte inspiración en los códigos napoleónicos. Estas tendencias se acentuaron con los Jóvenes Turcos, imbuidos de positivismo. El islam turco nunca se identificó con la esencia de la nación, como entre los árabes o, en su forma shiita, entre los iraníes.


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