FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

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Introducción

 

 

Es habitual encontrar el uso de la palabra “constructivista” para referirse a obras de arte abstractas o que representan de manera muy sintética figuras u objetos reconocibles, y que basan su estructura en un cierto rigor geométrico. Tal es el caso de los escultores rusos Naum Gabo y Antoine Pevsner, radicados en París desde mediados de la década de 1920;

 

Constructivismo 2

 

 

 

 

NAUM GABO, CABEZA DE MUJER (C. 1917-20), CELULOIDE Y METAL, 62 X 49 X 35 CM. MUSEUM OF MODERN ART, NUEVA YORK.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

o de la abstracción geométrica rioplatense de las décadas de 1940 y  1950 liderada por figuras como el uruguayo Joaquín Torres-García y el argentino Tomás Maldonado. Hasta puede encontrarse esta filiación constructiva en el movimiento internacional de  la década de 1960 conocido como Cinetismo, pues se trata de producciones visuales que si bien no utilizan necesariamente la geometría como herramienta compositiva, tampoco adhieren a la representación figurativa y, prescindiendo de la idea del arte como expresión subjetiva, presentan un aspecto serial, industrial o mecánico.

 

Constructivismo 3

 

 

 

 

 

FRANCISCO SOBRINO, ESPACIOS INDEFINIDOS F (1963), MATERIAL PLÁSTICO, 54 X 45 X 16 CM. MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES, BUENOS AIRES.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Briony Fer formula una pregunta que nos permite abordar la difusión internacional del lenguaje constructivista sin por eso considerar su apropiación en Europa y en Latinoamérica como simples copias de un modelo originario. ¿Por qué la forma geométrica se consideró una potente expresión de lo moderno?, pregunta Fer. Y luego argumenta que estas cuestiones dependen de las relaciones que se establecen entre la “alta” cultura y la cultura “de masas”, la utilidad y la decoración, el objeto artístico y el objeto manufacturado, y la forma pura y el poder de sugestión de las formas y materiales. De este modo, Fer analiza la “construcción” como lugar de anclaje de una mitología de lo moderno en la que las ideas sobre el cambio tecnológico y la liberación social se entremezclaban a su vez con la confianza en el poder de la forma geométrica y en la que el arte abstracto formaba parte de un proyecto utópico.

La denominación “constructivismo” refiere, en principio, a un movimiento específico que no puede comprenderse por fuera del proceso cultural y político ruso de los años inmediatamente posteriores a la Revolución de octubre de 1917. En este sentido, artistas como Vladimir Tatlin (1885-1953), Alexandr Rodchenko (1891-1956), Varvara Stepanova (1894-1958) o Lyubov Popova (1889-1924), e instituciones soviéticas nuevas como los Talleres superiores artísticos y técnicos del Estado (VKhUTEMAS) y el Instituto de Cultura Artística (INKhULK) dejaron una gran estela. Las aspiraciones utópicas que inspiraron a los artistas que adhirieron al constructivismo se materializaron en obras como el Monumento a la Tercera Internacional de Tatlin, al que dedicaremos un apartado. Las producciones visuales de diverso tipo y el programa estético del constructivismo ruso, pero también los debates que artistas e instituciones sostuvieron durante estos años cruciales resultaron antecedentes estimulantes tanto para las propuestas artísticas del siglo XX que mencionamos como para la consolidación de los diseños gráfico e industrial en tanto disciplinas proyectuales. Este texto analiza las características formales y los sentidos políticos de las producciones de ese grupo de artistas de vanguardia en relación con el compromiso que asumieron en la materialización de una nueva sociedad y entorno socialistas. Seguiremos también algunas cuestiones acerca de la difusión y apropiación en Latinoamérica, el caso argentino en particular, de la concepción del arte como construcción, así como el nacimiento de los diseños como disciplinas diferenciadas de las bellas artes.

 

 

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