FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Imaginarios políticos e imágenes públicas para la Revolución de octubre

Constructivismo 4

 

 

 

 

VISTA DEL MONUMENTO A LA TERCERA INTERNACIONAL, DE TATLIN. RECONSTRUCCIÓN DIGITAL EN TAKEHIKO NAGAKURA, TATLIN'S TOWER (1999). DURACIÓN DEL FILME: 3'12"

 

 

 

 

 

 

 

La figura que abre este apartado no corresponde a una vista real de lo que se conoció como Monumento a la Tercera Internacional (1919) de Vladimir Tatlin. En verdad, se trata de un fotograma tomado de un cortometraje realizado por un arquitecto japonés que lideró la producción de la serie de films Unbuilt Monuments basada en el desarrollo de visualizaciones digitales de proyectos fundamentales y no concretados de la arquitectura moderna. En efecto, la obra de Tatlin no llegó a construirse, pero esta imagen creada por medios digitales repone su escala descomunal respecto del perfil urbano de San Petersburgo. La monumentalidad planeada para la torre no era ajena a la dimensión utópica del constructivismo: el monumento de Tatlin iba a tener 400 metros de altura (100 metros más que la torre Eiffel de París).

En 1918, algunos meses después de la Revolución de Octubre, Lenin había propuesto implementar un plan de "propaganda monumental", que consistía en erigir una serie de monumentos conmemorativos y demoler aquellos realizados en honor a los zares “y sus sirvientes”. La lista constaba de varias decenas (la cantidad oscila entre 20 y 70, según los autores) de figuras sobresalientes de la actividad revolucionaria, la filosofía, la literatura, las ciencias y el arte. Entre ellos contaban Marx, Engels y Rosa Luxemburgo, por supuesto, pero también el líder anarquista Bakunin, varios de los protagonistas de la Revolución Francesa (Danton, Marat y Robespierre) y personalidades de la cultura rusa como los escritores Tolstoi o Dovstoievski, y de la cultura europea como el compositor Chopin o el pintor Cézanne. Las esculturas que se logró concretar se realizaron en yeso o cemento, materiales cuya velocidad de fraguado y costo se correspondía con la urgencia de esos primeros tiempos soviéticos.

 

Constructivismo 5

 

 

 

 

 

 

 

ALEKSANDR MATVEEV, MONUMENTO A MARX (1918), PETROGRADO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A lo largo del siglo XIX la construcción de monumentos se había convertido en una actividad continua de los nuevos Estados nacionales, pues se veía a estas esculturas conmemorativas como un instrumento clave para instaurar (y a la vez celebrar) a héroes y sucesos significativos del pasado de esos Estados. En un estudio sobre el caso francés, Maurice Agulhon bautizó este fenómeno como “estatuomanía”, término que da cuenta de la actividad obsesiva de poner a la Nación en imágenes y de erigir esas imágenes en espacios públicos con materiales durables y nobles (mármol o bronce). Pero, tal como señala Susan Buck-Morss, en el caso soviético los monumentos propuestos por Lenin evocaban una herencia internacional para legitimar el nuevo gobierno.

En su excepcional estudio sobre los imaginarios propios de la utopía de masas que vertebró el siglo XX, Buck-Morss rescata una acepción rusa del concepto de "imaginario político". En Occidente, esta noción suele referir a la lógica de una visión de mundo, o a un conjunto articulado de creencias sobre temas relativos al poder, su uso, obtención, retención o pérdida. En cambio, el término ruso incluye la partícula obraz que significa “forma” o “configuración” y se utiliza para indicar “ícono”. Desde esta perspectiva, el imaginario político trae consigo una dimensión visual que se ajusta mejor a la imagen de un panorama político que a una lógica política. Podría pensarse entonces que el plan de Lenin tenía un sentido particular en el contexto ruso: debía ser el arte público el que escribiera la historia en el espacio urbano. Las masas verían esa historia mientras caminaran por la ciudad. Con la concreción de estos monumentos –insiste Buck-Morss– la revolución entraría en la cotidianidad y contribuiría a configurar la sociedad nueva.

 

 

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