FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Amnistía Internacional. Informe setiembre 2001

III. Imposición y crisis del neoliberalismo en el Tercer Mundo

“ISRAEL, LOS TERRITORIOS OCUPADOS
Y LA AUTORIDAD PALESTINA

VIDAS TRUNCADAS. UN AÑO DE INTIFADA

 

Capítulo 1 Introducción
La Intifada (Levantamiento o Alzamiento) de Al Aqsa comenzó el 29 de septiembre del 2000. Israel ha utilizado medios letales para reprimir las manifestaciones palestinas, a menudo violentas. Hasta la fecha, septiembre del 2001, sus fuerzas de seguridad han matado ya a más de 570 palestinos, en la gran mayoría de los casos ilegítimamente, pues eran situaciones en las que no corría peligro ninguna vida. Asimismo, más de 150 israelíes, entre ellos 115 civiles, han muerto a manos de particulares o de grupos armados palestinos. Entre las víctimas ha habido muchos niños: más de 150 palestinos y 30 israelíes. Millares de personas más han resultado heridas, y muchas han quedado lisiadas para toda la vida.

 

diarioIMAGEN DEL DIARIO ISRAELI HAARETZ

 

Las autoridades israelíes han respondido a la Intifada y a los homicidios de civiles israelíes matando a los palestinos en las manifestaciones, en puestos de control y en las fronteras, y bombardeando zonas residenciales y comisarías de policía. En respuesta a los ataques contra asentamientos israelíes, sus fuerzas han bombardeado ciudades palestinas, dejando inhabitables millares de viviendas. Han aislado del mundo exterior casi todas las ciudades y pueblos palestinos, instalando puestos de control militar o levantando barreras físicas de tierra, metal o bloques de cemento. Han declarado el toque de queda en pueblos y barrios palestinos, y sus habitantes han estado días, semanas e incluso meses sin poder salir de casa ni ir a trabajar. En nombre de la seguridad, han demolido centenares de viviendas palestinas y han prohibido a los palestinos viajar por determinadas carreteras de los Territorios Ocupados. Toda la población palestina de estas zonas, de más de tres millones de personas, ha sido castigada colectivamente.

La violencia forma parte de la vida cotidiana. Los colonos israelíes han matado y atacado a palestinos con casi total impunidad. Los palestinos han disparado deliberadamente contra automóviles con matrícula israelí en las carreteras de los Territorios Ocupados y han colocado bombas en centros comerciales y restaurantes. Los israelíes tienen miedo cuando están en calles o en cafeterías llenas de gente o cuando viajan por las carreteras de los Territorios Ocupados. Los palestinos tienen miedo en sus casas y en la calle y tanto si van a pie como si viajan en automóvil, especialmente en los puestos de control, donde sin razón aparente pueden morir a causa de los disparos de soldados nerviosos, imprudentes o descuidados. Ningún homicidio cometido en los Territorios Ocupados se investiga debidamente, por lo que las denuncias y contradenuncias se apilan.

Los palestinos van sumiéndose cada vez más en la pobreza debido a la política de clausuras y se hallan cada vez más traumatizados a causa de los homicidios y la destrucción. Son muy pocos los que piensan que tienen algún futuro y muy pocos también los que miran más allá del día siguiente, pues se concentran en la posibilidad de seguir vivos.

Muchos ministerios y departamentos de la Autoridad Palestina se han visto gravemente perjudicados, ya que el personal no puede ir a trabajar ni cumplir sus funciones. Israel ha bombardeado las oficinas de los servicios de seguridad de la Autoridad Palestina, y a veces ésta ni siquiera tiene dinero para pagar a los funcionarios, y mucho menos para ayudar a la población.

La presencia de observadores internacionales con funciones de investigación y vigilancia de los derechos humanos podría contribuir a aliviar este miedo. Podrían situarse en los puestos de control y proporcionar protección vigilando la actuación de las fuerzas de seguridad. Podrían garantizar el paso de las ambulancias y los enfermos, y ocuparse de que los pueblos y ciudades siguieran abiertos, con lo que se restablecería parcialmente la normalidad en la vida de los habitantes de los Territorios Ocupados. Podrían patrullar por las carreteras, y su presencia ofrecería protección a los civiles que viajaran por ellas.

Los observadores internacionales de los derechos humanos podrían investigar las denuncias y contradenuncias en cada caso en que se produzcan muertos o heridos, determinar la verdad y recomendar medidas para reducir la pérdida de vidas. La falta de investigaciones adecuadas y la desconfianza entre palestinos e israelíes hacen imposible ya la cooperación en la investigación de las causas de las muertes. No hay modo de impugnar la información falsa —por ejemplo, si la Fuerza de Defensa Israelí (FDI) declara que los palestinos a los que ha matado estaban colocando bombas o disparando armas de fuego—, pues no puede verificarse. En unos casos quizá sea cierto, pero en otros podría ser falso. Algunos palestinos han atribuido a la FDI o a colonos israelíes muertes debidas aparentemente a disparos accidentales, accidentes de tráfico o causas naturales Los observadores de los derechos humanos podrían ayudar a determinar la verdadera causa de cada homicidio.

A pesar del creciente número de víctimas palestinas e israelíes, Israel continúa rechazando toda presencia internacional. La comunidad internacional, por su parte, ha hecho declaraciones cada vez más rotundas, pero no ha tomado las medidas necesarias para garantizar el respeto a las normas de derechos humanos y al derecho internacional humanitario. Los derechos humanos no parecen figurar entre las prioridades internacionales. […]”

 

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