FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Casas Viejas

III. Fascismo y nazismo


En diciembre de 1932, el Pleno de Regionales de la CNT acordó promover un levantamiento armado de carácter general en los primeros días de 1933, aprovechando que se preparaba una huelga del sector ferroviario. Los anarquistas intentaban concitar la resistencia de obreros y campesinos a la política moderada del gobierno republicano con la creación de cinco o seis guerrillas repartidas por todo el país, encargadas de movilizar la lucha revolucionaria.

El 9 de enero de 1933, el secretario general de la CNT y jefe del Comité de Defensa controlado por la fai dio orden de iniciar la rebelión, a pesar de la oposición del sector ferroviario, que consideraba poco madura la situación político-social. En todas partes la represión fue inmediata y eficaz. Poco antes de iniciarse el levantamiento se produjeron cientos de detenciones preventivas en todo el país, especialmente en Cataluña. La insurrección quedó abortada a las pocas horas de haberse iniciado.

Donde mayor repercusión alcanzaría la insurrección anarquista fue en la aldea gaditana de Casas Viejas. El levantamiento campesino motivado por el descontento de los jornaleros ante la lentitud de la reforma agraria se produjo en una región donde predominaban los grandes latifundios. Entre los testimonios recogidos por las comisiones parlamentarias encargadas de investigar lo sucedido, se encuentra el de Andrés Vera, párroco de Casas Viejas, quien declaró que “la causa de todo es, en su opinión, el hambre. Dice que la propiedad está poco repartida, pues sólo hay cuatro propietarios en el pueblo y algunos forasteros.Todos los demás son jornaleros que ganan muy pocos jornales al año. Dice que había apreciado que desde agosto los trabajadores parados estaban en grandes grupos en la plaza, dándole verdadera pena esta miseria. Preguntado por lo que vio el día de los hechos, dice que a la mañana del día 11, de seis a siete, desde la posada donde vive oyó un fuerte tiroteo en la plaza, que es donde está el cuartel de la Guardia Civil. Y oyó en la fonda que en la plaza había muchos hombres con palos y escopetas los menos. Él no salió de casa hasta que, de una a dos de la tarde del día 11, entró la primera fuerza de la Guardia Civil. Entraba pero disparando al aire y la gente se disolvió inmediatamente y se fue a sus casas. Y entonces la Guardia Civil ordenó que saliera la gente a la calle, incluso que abrieran las tiendas, puesto que no pasaba nada. Así se hizo, estando el pueblo en completa normalidad hasta las cuatro o cinco de la tarde. A esa hora entró un camión con guardias de asalto e inmediatamente fueron haciendo detenciones, dirigiéndose luego a la choza del Seisdedos. Sobre este sujeto (...) afirma que era una persona excelente, de un comportamiento admirable con sus familiares, que jamás se había metido con nadie, ni con el culto ni con su persona, cosa que habían hecho algunos otros, que le impidieron en alguna ocasión celebrar bautizos católicos”.

La comisión parlamentaria recogió asimismo el testimonio de un grupo de cinco jornaleros analfabetos, quienes explicaron que habían pasado la mayor parte del año sin trabajo, viviendo del subsidio de seis reales del ayuntamiento de Medina Sidonia y que en el pueblo había numerosos sindicalistas de la CNT y de la UGT. Dos de estos jornaleros declararon haber recibido tremendas palizas de un cabo de la Guardia Civil, cuyas secuelas pudieron mostrar a la comisión.

El capitán Rojas, al frente de las fuerzas que reprimieron ferozmente el levantamiento, aseguró que pretendía dar una escarmiento a los anarquistas y que ese fue su propósito al ordenar el registro de las casas y detener al grupo de hombres fusilados. Así lo narró Rojas: "Al bajar ya por la casa del Seisdedos, les dije a estos prisioneros que vieran lo que por culpa de ellos había sucedido, la canallada que habían hecho; y que como la situación era grave, porque no sólo era la solución de Casas Viejas, sino de toda la provincia, que estaba levantada, si no daba un escarmiento muy fuerte, me exponía a que se declarara la anarquía (...) Estas órdenes cuando se las di a los oficiales había algunos que decían que eran muy fuertes, que no se podía cumplir eso, pero viendo que era la única solución de defender la República me decidí a hacerlo y al llegar a la corraleta, cuando bajaron, aunque yo lo que quería haber hecho con los prisioneros era haber aplicado la ley de fugas a la salida del pueblo, allí hubo uno que miró al guardia que estaba quemado en la puerta de la choza y le dijo a otro una cosa y me miró a mí así...que no me pude contener de la insolencia suya y le disparé e inmediatamente dispararon todos y cayeron los que estaban allí mirando al guardia quemado y luego hicimos lo mismo con los otros que no habían bajado a ver al guardia muerto".

Rojas, liberado de prisión en 1936 por los rebeldes franquistas, se distinguió en Granada por su eficaz actuación en la represión que ensangrentó la ciudad.

Se puede ver la “reconstrucción” de estos hechos en el film de Basilio Martín Patino Casas Viejas El grito del sur. Este filme es uno de los capítulos de Andalucía, un siglo de fascinación, la serie documental que la televisión autonómica andaluza, Canal Sur, encargó a Martín Patino en los años 90. Con ella se pretendía hacer un recorrido por varios elementos representativos de la región, como el flamenco, sus poetas, así como por algunos de sus episodios históricos recientes.


casas viejas














El director convirtió los documentales en una mezcla entre ficción e historia.  Los siete documentales previstos se convertieron en obras de ficción que plantean una profunda reflexión sobre los mecanismos de representación y sus consecuencias sobre el mensaje final y la propuesta que le llega al espectador.

Para relatar los sucesos que acontecieron en la población gaditana de Casas Viejas en 1933, Martín Patino se sirvió de testimonios de personas que estuvieron allí o conocieron a testigos de los hechos. Además, se apoyó en películas encontradas y que fueron grabadas por los soviéticos de la Lenin Films sobre el suceso. Incluso, entrevistó a un periodista británico que filmó las sesiones de la comisión de investigación del Congreso de los Diputados, un documento que también se muestra. Pero poco es “cierto” : los soviéticos nunca estuvieron en Casas Viejas ni realizaron ninguna película sobre el tema, al igual que ningún cameraman filmó a los diputados que viajaron a Cádiz. En definitiva, Martín Patino se sirve de la técnica del falso documental para reconstruir aquellos días, caminando entre la aportación de eruditos y vecinos y la reconstrucción de los hechos a través de películas falsas rodadas para esta producción. Todo ello sirve para hablar de los problemas del campesinado andaluz de aquellos años, de los latifundios, de los terratenientes que se juntaban en el casino del pueblo o de la justicia social.

En el texto “Filmar las realidades invisibles”, el director nos invita a un modo de acercarnos al pasado que no pasa necesariamente por el análisis histórico:

"Buscar en el cine la representación del pasado es una empresa injustificada, escribió Passolini, según una cita que leo en Fernando González. Falsa y totalmente maquillada, o bien, simplemente metafórica. A la veracidad de los documentos se opone la emotividad de las invenciones, y la necesidad de fascinar, aún a costa de ser heterodoxos. Intentar filmar el sentimiento de la historia pertenece a una poética subjetiva, a una propuesta de comprendernos mejor, de superar el desconcierto en que puede situarnos el transcurso implacable del tiempo. En cada película construimos una ventana desde la que mirar como nos reinventamos a nosotros mismos. Un modo de sosegarnos respecto a determinados tiempos y zonas inquietantes. En todo caso me parecería un despropósito confundir el oficio de fabulador cinematográfico con el de historiador. Aunque ambos se propongan suscitar el conocimiento de sucesos pasados, y contemplarlos desde el hoy vivo, actual. Sus herramientas de trabajo tienen poco que ver. Pesan sobre ellos el prestigio del valor académico que emana del respeto a la verdad o el desprestigio de su mentira, por las presuntas falsificaciones históricas, poéticamente imaginadas; el reconocimiento ante el compromiso histórico, o el sambenito de falsario respecto a sus interpretaciones fabuladas del hecho original. Resulta difícil entender que se le pueda sustraer a la comunicación cinematográfica su materia prima de espectáculo embaucador, fascinante, su capacidad de ensoñar y permitirnos imaginar las realidades invisibles y abstractas de lo inventado.
Es la sustancia cine, que exige, por encima de todo, una libertad total de recursos dirigidos a estimular la complicidad mental del espectador, -elipsis, efectos ópticos o musicales, distorsiones, manipulaciones inevitables, yuxtaposiciones, etc.- no siempre respetuosos con el concepto de realidad histórica. Además de enriquecer su representación, nos permitimos así objetivar conductas, estados de ánimo, sentimientos, etc., que es otra manera de aproximarnos aún más a lo acontecido. Y libertad en cine consiste en creer o no en la inteligencia del espectador, allá él, para que se interese o se abstenga del juego, crea o no crea. De esta actitud depende el que la película sea un ejercicio de participación cómplice, o una manifestación de autoridad. Afortunadamente, tampoco el cine le hará la competencia al Registro Civil, o al calendario, o a las estadísticas, según el símil de Balzac respecto a la literatura. De poco valdrán sus exactitudes si no se respetan esencialmente sus recursos propios, su zona intermedia entre lo ensoñado y el dato fotografiable, su sistema de ritmos y premisas, sus estereotipos, en un grado de conciencia que responde a otra disposición para vivir la realidad. […]"


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