FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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La insurrección de Kronstadt

IV. La experiencia soviética de la guerra civil a la Segunda Guerra Mundial

La base de Kronstadt ocupaba una posición estratégica y disponía de una importante artillería pesada. Al concretarse el levantamiento, la isla estaba bloqueada por el hielo, pero después del deshielo, si la insurrección se prolongaba, podía funcionar como cabeza de puente de una intervención extranjera en las puertas mismas de Petrogrado.

A fines de febrero de 1921, una tras otra, las fábricas de Petrogrado se declararon en huelga. Delegados de los marineros de Kronstadt participaron en varias de las asambleas fabriles. En una de estas reuniones se aprobó una resolución que incluía los siguientes puntos: reelección de los soviets por escrutinio secreto y después de una campaña electoral libre; libertad de prensa y de reunión para los partidos anarquistas y socialistas y para los sindicatos obreros y campesinos; la convocatoria a una conferencia independiente ‑el día 10 de marzo como límite‑ de los obreros, soldados y marinos de Petrogrado, Kronstadt y toda la región; la liberación de todos los presos políticos pertenecientes a partidos socialistas y de todas aquellas personas que hubieran sido detenidas por su participación en movimientos obreros o campesinos; la elección de una comisión que se encargara de la revisión de los expedientes de todos los detenidos; la abolición de las secciones políticas de educación y agitación; la igualdad en las raciones alimentarias de todos los trabajadores; la disolución de los destacamentos encargados de los registros y de la requisa de los cereales; el derecho para todos los campesinos a disponer de sus tierras y de su ganado, y la libertad de producción para todos aquellos artesanos que no utilizaran asalariados.

El manifiesto de los sublevados ofreció una imagen terrorífica de la Revolución rusa:

“El poder de la monarquía, con su policía y su gendarmería, ha pasado a manos de los usurpadores comunistas, que han entregado al pueblo no la libertad, sino el miedo constante a las torturas de la Cheka, cuyos horrores exceden con mucho […] los del zarismo. El gobierno, emblema del Estado de los trabajadores, de hecho ha sido reemplazado por los comunistas, por la bayoneta y la ventana enrejada, que utilizan para mantener la calma y la vida segura de la nueva burocracia de los comisarios y funcionarios comunistas.

Pero lo peor y más criminal de todo es la servidumbre moral que los comunistas han introducido: han puesto sus manos en la conciencia del pueblo trabajador, obligándolo a pensar de la manera que ellos desean. A través del control estatal de los sindicatos han encadenado a los trabajadores a sus máquinas, de tal manera que el trabajo ya no es fuente de alegría, sino de una nueva forma de esclavitud. A las protestas campesinas y de los trabajadores, cuyas condiciones de vida les han obligado a ir a la huelga, han respondido con ejecuciones masivas y con un derramamiento de sangre que excede incluso el de los generales zaristas. La Rusia de los trabajadores, la primera que alzó la bandera roja de la liberación, está anegada en sangre”.


POSTER DE VIKTOR KORETSKY





TODO EL PODER A LOS SOVIETS






POSTER DE VIKTOR KORETSKY

 

La situación era muy grave para el gobierno bolchevique. En el X Congreso, Lenin afirmó: “Aquí tenemos una manifestación del democratismo pequeñoburgués que reclama la libertad de comercio y clama contra la dictadura del proletariado. Pero los elementos sin partido han servido de estribo, de escalón, de pasarela a los guardias blancos”. Trotsky exigió la rendición incondicional a los amotinados y estos se negaron. El ataque iniciado el 7 de marzo se prolongó diez días. Un cierto número de dirigentes rebeldes consiguió escapar, el resto sufrió una dura represión: algunos fueron fusilados en las calles y los restantes, cuyo número se eleva a centenares, fueron ejecutados meses más tarde en pequeñas tandas.

Según Karl Rádek, un alto dirigente bolchevique cercano a Trotsky, no era posible “ceder ante unos trabajadores cuyas fuerzas físicas y su paciencia están agotadas y que están menos informados que nosotros respecto de sus propios intereses generales”, el partido “debe imponer su voluntad de victoria a los trabajadores fatigados dispuestos a abandonar la lucha”.

Por primera vez, el partido había combatido contra unos trabajadores que se habían expresado libremente y los había calificado de reaccionarios.



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