FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Las SS

III. Fascismo y nazismo


Las SchutzStaffel, creadas en 1925, con su pequeño tamaño y limitadas a tareas básicamente policiales, y sin involucrarse en los desórdenes abiertos promovidos por la SA, no fueron percibidas como una amenaza por los militares. Con el ingreso de Hitler al gobierno, este grupo de elite creció numéricamente (280 hombres en 1929, alrededor de 200.000 en 1933), fue ampliando sus redes y complejizando su estructura interna hasta convertirse en el núcleo de un nuevo tipo de Estado. Desde 1931 Heydrich, en colaboración con Himmler, puso en marcha el Servicio de Seguridad (SD) dependiente de las SS como órgano de espionaje del propio partido, de modo que este cuerpo impuso su superioridad sobre la organización regular del partido. La SD asumió otras funciones policiales y se convirtió en la sección clave de vigilancia y planificación ideológica dentro de las SS.

Con la consolidación del Tercer Reich, las SS pasaron a fundirse con la policía, convirtiéndose en una fuerza de seguridad del Estado que colocó su inmenso poder coercitivo al servicio de una orientación ideológica radicalizada. Después de las elecciones de marzo de 1933, Himmler fue designado jefe de Policía de Baviera, y en 1934 dio otro paso importante en su consolidación al quedar al frente de la Gestapo. Esta policía secreta fue excluida de los juicios promovidos por las cortes administrativas que recogían las demandas de los ciudadanos contra los actos del Estado.

El aparato Policía-SS afloró a mediados de 1936, cuando un decreto de Hitler creó una policía del Reich unificada bajo el mando de Himmler. Las fuerzas policiales que hasta entonces dependían de los respectivos Länder quedaron bajo la supervisión de las SS.

Este poder policial se hizo cada vez más autónomo a través de las detenciones arbitrarias, la llamada “custodia protectora” –al margen de los recaudos judiciales–, y de su autoridad sobre los campos de concentración. Los miembros de la policía interesados en hacer carrera unieron sus esfuerzos a los de las SS para hallar nuevos enemigos: gitanos, homosexuales, mendigos, los grupos sociales más débiles e impopulares. No eran necesarias órdenes de Hitler para que la eficiente maquinaria actuara con implacabilidad.


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