FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Realismo socialista


Con el afianzamiento de Stalin en el poder en los años treinta se cierra el debate y se imponen a los escritores los temas a tratar y una determinada forma de escribir. La Unión de Escritores Soviéticos, fundada en 1934, inmediatamente formuló los términos del realismo socialista: “En la actualidad, cuando ya han tenido tiempo de crecer los cuadros de la literatura proletaria y del arte, y descuellan nuevos escritores y artistas provenientes de las factorías, las fábricas, las granjas colectivas, los marcos de las organizaciones literarias y artísticas de carácter proletario existentes se han quedado estrechos y frenan el auténtico alcance de la creación artística. Esta circunstancia conlleva el riesgo de que dichas organizaciones, de ser un medio para la mayor movilización de los escritores y artistas soviéticos en torno a la tarea de la construcción socialista, pasen a convertirse en un medio para el cultivo del aislamiento en círculos apartados de los deberes políticos contemporáneos y de los grupos significativos de escritores y artistas participantes en la construcción socialista. […] Por todo ello, el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética decreta:

1. Liquidar las asociaciones de escritores proletarios.

2. Unificar a todos los escritores que sostienen la plataforma del poder político y que aspiran a participar en la construcción socialista en una única unión de escritores soviéticos que incluya una fracción comunista.

Durante ese congreso inaugural expusieron reconocidos escritores, entre ellos Babel. En su discurso expresó su posición respecto de la misión de los escritores en la sociedad socialista, así como de la censura que recaía sobre su obra. fuente

El resultado del congreso fue la consagración del realismo socialista como estética oficial del régimen soviético. Su versión más simplista se apoyó en una concepción que tiende a pensar al arte y a toda producción no orientada a producir bienes o beneficios materiales como parte de la superestructura simbólico-ideológica, que está en oposición a la base productiva. Esta última sería el ámbito donde ocurren los procesos económicos reales, que determinan (o deberían determinar) la forma del arte y otras producciones intelectuales en sentido “de abajo hacia arriba”. Esta relación tampoco fue clarificada de manera precisa, pero el modo más simple de entenderla fue que las artes debían representar y funcionar como “espejo” de las relaciones reales de producción, en muchos casos tomándolas como tema. Esta teoría simplista que aúna determinación y representación es la que está en la base del realismo socialista. De este modo, si lo que pasa realmente, lo importante, son los procesos productivos que se dan en fábricas y en el campo, un arte que refleje esos procesos deberá mostrarlos fielmente. De allí que lo que persiga el régimen sea el relato enaltecedor de las fuerzas productivas en acción. Otra característica del realismo socialista es su concentración en temas y modos nacionales. Si las vanguardias propias de los años de la Revolución tenían relación directa con otras vanguardias europeas, como el futurismo italiano o el dadaísmo que había surgido en Suiza y en Alemania, el vuelco hacia adentro del socialismo de un solo país, propuesto por Stalin en oposición al internacionalismo revolucionario del Trotskysmo, produjo una búsqueda de temas y tratamientos rusos. En términos culturales y geográficos, se consolidó el predominio de Moscú como centro de la identidad rusa y se revalorizaron las provincias y el campo, en oposición a la occidentalizada, cosmopolita y aristocrática Petersburgo. El escritor que estaba, por decirlo así, “a la mano” y fue tomado como modelo en esa época era Máximo Gorki, quien tenía una buena relación con Stalin y fue hasta los años 30 uno de los líderes de la literatura soviética.


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