FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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IV. La experiencia soviética de la guerra civil a la Segunda Guerra Mundial

Los inicios del gobierno bolchevique


Entre octubre de 1917 y los primeros meses de 1918, los bolcheviques desplegaron una intensa actividad y, frente a eventos claves, se mostraron divididos. En primer lugar, a Lenin le costó mucho esfuerzo que la toma del Palacio de Invierno fuese aprobada por la cúpula del partido, y algunos de sus camaradas la denunciaron públicamente. A continuación, la ruptura con los socialistas en el Segundo Congreso de Soviets y, luego, la liquidación de la Asamblea Constituyente generaron malestar entre los bolcheviques moderados, algunos dirigentes del movimiento obrero y “compañeros de ruta”, como el escritor ruso Máximo Gorki nota y la militante alemana Rosa Luxemburgo. También la paz con Alemania dividió las filas bolcheviques. Las prolongadas negociaciones concluyeron en marzo de 1918, cuando, en virtud del avance del ejército alemán sobre Petrogrado y la precipitada salida del gobierno hacia Moscú, se aceptó la firma del draconiano Tratado de Brest-Litovsk. En esta ocasión, fue el ala izquierda del partido la que se opuso a Lenin. Esta facción constituía una mayoría en el seno del partido en Petrogrado y sus distritos. Apoyada por los socialistas revolucionarios de izquierda, argumentaba que la firma de esa “paz obscena” minaría fatalmente la revolución en Alemania y rogaban que se intensificase la guerra de guerrillas tras las líneas enemigas con la esperanza de que esto despertase la resistencia popular entre los alemanes.

En el primer año de gobierno, los soviets de los distritos urbanos retuvieron importantes tareas: el mantenimiento del orden, la distribución de los alimentos, la educación, la vivienda, la salud pública, el bienestar y el reclutamiento de soldados para el Ejército Rojo. Sin embargo, tanto en virtud de los desafíos a los que se enfrentó el nuevo régimen como en relación con las concepciones dominantes entre los bolcheviques, el Partido se erigió como la organización que concentró el poder en sus manos. En ningún momento, la dirigencia bolchevique evaluó la posibilidad de un cambio de gobierno decidido por los soviets que llevara al poder a otro partido.

Los primeros meses del nuevo régimen, antes de que se desencadenara la guerra civil, estuvieron marcados por la consolidación de la dictadura del Partido, que reprimió la oposición en el seno de los soviets y recortó las libertades públicas. Las medidas más importantes en este sentido fueron la creación de la Cheka, en diciembre de 1917; la disolución de la Asamblea Constituyente, en enero de 1918; el cierre permanente de periódicos de oposición junto con la disolución de los soviets no bolcheviques y la represión violenta de las huelgas obreras en los primeros meses de 1918; la expulsión en junio de 1918 de los mencheviques y socialistas revolucionarios del Comité Panruso de los Soviets.

Con respecto a los campesinos, los bolcheviques dieron rápidamente curso a las demandas de tierra. El decreto aprobado en noviembre declaró abolida la propiedad privada de las grandes unidades y entregó su control a los comités agrarios locales y los soviets de distrito. La confiscación fue seguida por la ocupación desordenada de los grandes latifundios por familias campesinas. La medida tenía un propósito político: ganar apoyos en el medio rural, donde los bolcheviques no contaban con fuerzas propias. El decreto fue bien recibido por el ala izquierda de los social-revolucionarios (eseristas) y dos de sus representantes se sumaron al Consejo de Comisarios del Pueblo.

Debido al exceso de población radicada en el campo, la distribución de las tierras incrementó muy poco la superficie asignada a cada familia campesina. La satisfacción de la reivindicación de los aldeanos dejaba abierto el problema del incremento de la producción. Los bolcheviques quedaron sujetos a una dinámica que no controlaban y pretendieron frenar la subdivisión de las tierras con la promoción de grandes granjas colectivas (koljoses) y la creación granjas estatales (sovjoses).Según Lenin, era preciso crear grandes unidades en las que la tierra fuera cultivada en común por los trabajadores usando maquinaria moderna y asesoramiento técnico; en caso contrario, no habría posibilidad de superar el yugo del capitalismo. Estas iniciativas se vieron frenadas por su escasa acogida en las aldeas, pero también porque se carecía de la infraestructura material que hiciese factible la instalación de unidades agrarias altamente productivas. A partir de mediados de 1918, la política agraria se subordinó a la necesidad de ganar la guerra civil desencadenada por fuerzas militares en pos de la restauración de la monarquía o bien –como los cosacos– para preservar los derechos que gozaban bajo el zarismo.


PÓSTER DE PROPAGANDA DE LOS BLANCOS 1919.








“TODOS A LO LARGO DE UNA SOLA RUSIA INDIVISIBLE”











PÓSTER DE PROPAGANDA DE LOS BLANCOS 1919.


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