FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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El caso argentino: vínculos entre la vanguardia de posguerra y el constructivismo ruso


Constructivismo 15

 

 

 

 

TOMÁS MALDONADO, XILOGRAFÍA (1944). TAPA REVISTA ARTURO

 

 

 

 

 

En Buenos Aires, el proyecto y el lenguaje constructivo hicieron eclosión con la aparición de la revista Arturo, a comienzos de 1944. La fórmula del Invencionismo que se dio a conocer en sus páginas condensaba una lectura local del constructivismo ruso y otros antecedentes del período de entreguerras, como la escuela alemana de la Bauhaus, y el racionalismo del grupo holandés De Stijl. Inventar en vez de representar: esta fue una de las consignas centrales que avivaron la producción de un grupo de artistas nucleado por un tiempo en la Asociación Arte Concreto-Invención: Alfredo Hlito (1923-1993), Lidy Prati (1921-2008), Ennio Iommi (1937) y Tomás Maldonado (1922), entre otros. La trayectoria de Maldonado, que combinó la práctica estética con una extensa producción teórica, permite seguir los vasos comunicantes entre la vanguardia constructiva rioplatense y la definición de los diseños gráfico e industrial como disciplinas proyectuales. Y, según argumenta Daniela Lucena, son precisamente los puntos de contacto entre su actividad y la de los protagonistas de la vanguardia rusa los que permiten explicar la deriva de Maldonado hacia los diseños. Un recorrido disciplinario que también fue geográfico: en el desarrollo del arte moderno de la región gravitaron las migraciones de imágenes, publicaciones y personas.

A través de materiales gráficos que llegaron a Buenos Aires en las valijas de quienes escapaban del ascenso de los fascismos y de la segunda guerra, estos artistas obtuvieron estímulos que los llevaron modificar sus prácticas. Maldonado recuerda en particular los catálogos con reproducciones de artistas rusos, como los mencionados Tatlin y Rodchenko, o Malevitch y Lissitzky, y otros artistas no figurativos europeos, como Mondrian o Van Doesburg. En efecto, la afinidad no era solo formal: en los escritos del artista argentino también aparece la necesidad de un arte comprometido con la transformación de la sociedad. A esta vocación política, los miembros Asociación Arte Concreto-Invención ofrecieron una elaborada respuesta por medio de la apropiación crítica del lenguaje constructivo. Con rapidez, Maldonado abandonó la abstracción de perfil lírico como la de la cubierta de Arturo para concentrarse en una propuesta de mayor rigor geométrico.

 

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TOMÁS MALDONADO, SIN TÍTULO (1945), TÉMPERA Y ESMALTE SOBRE CARTÓN, 79 X 60 CM

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La intención era –en palabras posteriores de Maldonado– “llevar hasta las últimas consecuencias, hasta la destrucción, la negación, los paradigmas artísticos que se instituyeron en Europa. [...] Esta vez el colonizado tiene la insólita pretensión, que luego se demostrará en parte ficción, de querer colonizar al colonizador”. Así, el arte concreto se definía como una producción visual que no buscaba representar ni abstraer la realidad visible, sino inventar nuevas imágenes plásticas a partir de la estructuración de los elementos visuales básicos: líneas, puntos, planos, formas geométricas y colores.

Si bien los contextos históricos y políticos fueron muy diferentes, al igual que en el caso de los constructivistas rusos la inscripción política de la actividad de los concretistas argentinos se ligó a su adscripción al comunismo. En 1945 los artistas de la Asociación se afiliaron al Partido Comunista Argentino, confiando en la posibilidad de que aceptaría y promovería su programa artístico. Maldonado expresaba con claridad la relación entre la producción de formas artísticas y el materialismo dialéctico: “El arte concreto es práctica. La conciencia proviene del mundo pero también opera sobre él, INVENTA. Inventar, no en el sentido de Bergson, sino en el de Marx, es decir, PRÁCTICA, TRABAJO”. Así, este arte de la invención venía contribuir a la creación de un entorno y un sujeto propicios para la generación de una sociedad nueva. En este sentido, Maldonado también buscó alternativas para compatibilizar su programa estético con las urgencias de la propaganda: entre 1946 y 1947 realizó fotomontajes destinados a ilustrar el órgano de prensa del comunismo local, Orientación. Estos se asemejaban a los de los constructivistas rusos: fotomontajes políticos realizados por un artista militante y destinados a la propaganda partidaria.

 

 

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