FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

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Arte, raza y purga


LOS MANDAMESES

“LOS MANDAMASES DE LOS MUSEOS CREEN TENER EL DERECHO A DEFINIR QUÉ ES EL ARTE DEL PUEBLO ALEMÁN”, DICE POR SOBRE LAS OBRAS DE ESTA PARED EN LA EXPOSICIÓN ARTE DEGENERADO.


El término Entartung (“degeneración”) había adquirido circulación en Alemania hacia fines del siglo xix con el libro homónimo del crítico Max Nordau, publicado en 1892. Nordau explicaba las rupturas con la tradición realista a partir de patologías mentales o visuales de aquellos artistas que habían sido corrompidos por la vida moderna. Y aunque Nordau era judío, durante la República de Weimar el nacionalsocialismo retomó su teoría cientificista sobre la degeneración artística en relación con el antisemitismo y el racismo que alimentaban las ideas nazis sobre la pureza aria. Y cuando Hitler accedió al poder, en enero de 1933, implementó políticas culturales acordes y extremas.

Desde aquel año, los artistas o directores de museos que adherían o exhibían arte moderno venían siendo expulsados de la actividad profesional. Si bien las posturas dentro del partido no eran homogéneas respecto de algunos artistas modernos alemanes, hacia 1934 Hitler zanjó los desacuerdos cerrando filas ante el modernismo: promediando la década del treinta los artistas modernos o de vanguardia eran considerados enemigos del Estado y amenaza para la cultura germana. Muchos partieron al exilio: Max Beckmann voló a Ámsterdam el mismo día de la inauguración de Arte Degenerado, Ernst emigró a los Estados Unidos y Klee pasó sus años en Suiza, lugar donde Kirchner se suicidó en 1938. Otros padecieron una suerte de exilio interno. Dix se retiró al campo y se dedicó a pintar paisajes que no provocaran a las autoridades. Y si bien ningún artista fue asesinado debido a las características de su producción, aquellos de ascendencia judía que no escaparon de Alemania fueron enviados a campos de concentración.

La creencia hitleriana de que los verdaderos orígenes de un arte ario se encontraban en la Grecia clásica y la Edad Media se apoyaba en buena medida sobre los escritos del arquitecto y artista Paul Schultze-Naumburg. En su libro Arte y raza (1928) invocaba teorías raciales para condenar la arquitectura y el arte modernos: solo los artistas de “raza pura” podrían producir un arte saludable que retomara los ideales eternos de la belleza clásica, mientras que los artistas modernos, al ser racialmente mixtos, producían obras de arte desordenadas y representaciones monstruosas de la figura humana. El libro de Schultze-Naumburg reproducía las obras vanguardistas al lado de fotografías de personas con deformidades corporales, paralelo que reforzaba la idea del modernismo como enfermedad. Esa misma estrategia visual se utilizó en la exposición Arte Degenerado.


HITLER Y ZIEGLER  subasta

HITLER Y ZIEGLER VISITAN LA EXPOSICIÓN ARTE DEGENERADO, 1937

SUBASTA DE OBRAS INCAUTADAS POR LOS NAZIS, SALÓN PRINCIPAL DEL GRAND HOTEL NATIONAL DE LUCERNA, SUIZA, JUNIO DE 1939


Las salas de la exposición estaban deliberadamente sobrecargadas de imágenes y se veían caóticas. Las pinturas, en algunos casos sin enmarcar, se apiñaban agrupadas por tema, al menos en las tres salas de inicio. La primera reunía obras que se consideraban ofensivas para la religión; la segunda reunía obras de artistas judíos; la tercera contenía piezas que se suponía insultaban a mujeres, soldados o campesinos alemanes. La interpretación de las obras era tutelada mediante frases sobre las paredes, tales como “Revelación del alma de raza judía”, “Un insulto a la maternidad alemana”, “El ideal –cretina y prostituta”, “Campesinos alemanes –una mirada yiddish”, “La locura deviene método” o “La naturaleza tal como es vista por mentes enfermas”. Al lado de muchas pinturas se indicaba el monto que el museo había gastado en adquirirla, montos que podían parecer siderales en los casos de las adquisiciones realizadas luego de la guerra, durante la hiperinflación en la Alemania de los tempranos años veinte, cuando en verdad el kilo de pan había llegado a costar 233.000 marcos alemanes.

Ninguna de las obras de la exposición Arte Degenerado regresó al museo de donde provenía, pero su suerte no fue homogénea. Muchas fueron utilizadas por oficiales nazis: por ejemplo Herman Goering –alto funcionario de Hitler y amante del arte– tomó 14 obras de artistas ya célebres como Van Gogh o Cézanne. Por iniciativa de Goering, muchas otras también de firmas reconocidas en aquel momento como Gauguin, Picasso, Ernst, Modigliani y Chagall, fueron a remate en Suiza. Allí fueron adquiridas por coleccionistas, galeristas y directores de museos europeos y norteamericanos. Y, como ya se dijo, unas 4000 que no alcanzaban precios significativos en el mercado internacional fueron quemadas por la Brigada de Bomberos de Berlín en 1939. Algunas de las obras se encontraron enterradas luego del colapso del régimen nazi de 1945, y no faltó el pillaje por parte de soldados y funcionarios de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial.

En cuanto al destino del arte oficial producido bajo el régimen nazi, unas 800 obras quedaron a cargo del Ministerio de Defensa de los Estados Unidos. El gobierno norteamericano dispuso no devolver a Alemania ninguna que tuviera un mensaje nazi explícito o que incluyera la esvástica, el emblema nazi por antonomasia. Así, alrededor de 300 de esas obras fueron retenidas, mientras que se devolvieron obras que se consideraba que cumplían con propósitos históricos y educativos.

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