FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

Usted está aquí: Inicio Carpeta 1 Literatura Conrad y La era del Imperio

Conrad y La era del Imperio

 


Sin dudas, el autor cuya vida dramatiza y mejor grafica “la era del imperio” es Joseph Conrad. Su enrolamiento en la marina mercante británica, en la que llegó al grado de capitán, en una época en que las potencias europeas expandían sus dominios por el resto de los continentes, lo puso en más de una ocasión en el ojo de la tormenta de la historia y no de un solo modo.

 

JOSEPH CONRAD (1857–1924)

 

 

 

 

 

 

JOSEPH CONRAD (1857–1924)

 

 

 

 

 

 

EN DICIEMBRE DE 1922 ESCRIBIÓ: “NUNCA HE APRENDIDO A CONFIAR EN LA LITERATURA. NO HE CONSEGUIDO CONFIAR EN LA LITERATURA HASTA ESTA FECHA... UNA DUDA TERRIBLE SE CIERNE SOBRE LOS LOGROS TODOS DE LA LITERATURA”. FRASE DE UN ENSAYO PUBLICADO EN EL MANCHESTER GUARDIAN WEEKLY

 

Por lo pronto, su biografía lo conduce desde su Polonia natal –en una zona que hoy pertenece a Ucrania– hacia Marsella, donde un giro vital decisivo lo lanzará como marinero a una vida por completo distinta a bordo de buques y navíos por mares y costas extrañas. Con los años recalará en Inglaterra, se afincará e incluso adoptará su lengua para escribir las novelas que más tarde lo llevarán a la fama.

De algún modo, la vida de Conrad y su literatura visibilizan la necesidad del Imperio británico de extender a cualquier costo su industria y comercio en el marco mismo del expansionismo colonial. Y asimismo revelan el impacto de la industrialización en esta carrera mercantil. Mucho se ha escrito acerca de la polarización entre la navegabilidad a vela y los grandes barcos a vapor que habían conquistado los mares. Poco importa, en realidad, que el escritor se inclinara con énfasis por la primera opción, más romántica y menos efectiva. Lo que sobrevuela el asunto es la transformación abismal que produce la siderurgia, y más aún las nuevas demandas que acarrea. De hecho, la navegación a vapor cristalizará en exigencias inéditas: cumplimiento de horarios, velocidad en los trayectos, planificaciones de mayor intensidad, reformulaciones laborales, que harán mella en los marinos y en la vida portuaria. Algo ha cambiado, y las páginas de Conrad dan cuenta de estas tensiones y conflictos en una variedad de personajes heterogéneos cuyas existencias han internalizado con perplejidad, con frustración, con violencia, los cambios operados en su realidad.

Pero además, Conrad fue testigo privilegiado del avance de los centros comerciales sobre las regiones más pobres del planeta. Su archiconocida novela El corazón de las tinieblas (se publicó desde 1898 en entregas y en 1902 tomó forma de libro) se hunde en el Congo belga para reflejar el carácter inhumano de la búsqueda de marfil, a la vez que desmiente las patrañas civilizatorias que sostenían las monarquías europeas. Las torturas y el trato esclavizante que ejercen los europeos sobre los nativos salen a la luz de manera explícita. No hay, sin embargo, en Conrad una mirada verdaderamente integradora de los africanos. Y aquí presenciamos uno de los dilemas estéticos propios de este período histórico: de qué manera los artistas construyen, con inclusiones y exclusiones, una temperatura de lo real. Lo que Zola había hecho con la inclusión de las clases bajas francesas, de los marginales, no se repite en Conrad. Pero el polaco horada con sus escritos el eurocentrismo y la dominación hipócrita del sentido, así como la supremacía moral de los poderosos, tanto que la novela inspirará a Francis Ford Coppola para llevar a cabo una operación estética similar en su película Apocalypse now (1979), en la que pone al desnudo los manejos norteamericanos –imperialistas– durante la guerra de Vietnam.

Y algo más: El corazón de las tinieblas pone en primer plano un seguimiento de la locura completamente singular en relación con su tiempo. La caracterización de Kurtz, el temible buscador de marfil en las profundidades del río Congo, que podría ser una estampa de los restos románticos que sobreviven en sus libros, toma cuerpo en sus páginas sin los alardes científicos que habían dominado la escena literaria anterior. La literatura de este polaco, escrita en inglés con escenarios africanos, parece haber roto las sintonías con las estéticas de su época y haberse guardado para sí el valor disruptivo con que atestiguó y a su manera diagnosticó una serie de procesos sociales enormemente amplios.

 

Acciones de Documento