FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

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II. La Belle Époque y el capitalismo global

Sobre los autores

 

José Luis Romero (1909 -1977)

 

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Historiador argentino, máximo representante de la renovación historiografica argentina desde una perspectiva de historia social y cultural. Doctor y docente de la Universidad de La Plata fue también decano en la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA, lugar donde creó la cátedra de Historia Social General. Trabajó sobre la historia medieval y  sobre la historia de las ideas en Argentina y en Latinoamerica

Entre sus publicaciones se encuentran: El ciclo de la revolución contemporánea, 1948; El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo XX, 1965; Breve historia de la Argentina, 1967, Latinoamérica, las ciudades y las ideas, 1976.

Comentario de Romero, José Luis, El ciclo de la revolución contemporánea [1948], Buenos Aires, FCE, 1997, Prefacio, Cap II “Grandeza y miseria de la conciencia burguesa”, Cap III “El desarrollo de la conciencia revolucionaria”.

En El ciclo de la revolución contemporánea, el historiador argentino José Luis Romero, se propone explicar la historia de las ideas y del proceso que se abrió en 1848 y definió los rasgos del mundo actual. Historia escrita en 1948, tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría,  esta obra evidencia una preocupación por el tiempo presente (‘momento supremo’) de quien escribe.

En estos capítulos, Romero despliega un lúcido análisis de la confrontación entre conciencia burguesa y conciencia revolucionaria en el período que va de 1848 a 1948.

En el capítulo II analiza el esplendor de la conciencia burguesa en el período 1848- 1914: una conciencia que se muestra exultante (debido a la potencialidad de los progresos técnicos y a la promesa de heroísmo que entraña) pero que, sin embargo, ya evidencia signos de debilidad o pérdida de vigor interior. Frente a la aparición de la conciencia revolucionaria, la conciencia burguesa se muestra temerosa, vigilante: el liberalismo resulta perplejo y deriva hacia la izquierda en algunos casos y hacia la derecha y el ultramontanismo en otros (la conciencia burguesa no tiene reparos en mostrar cierta  religiosidad y patriotismo si son útiles para conservar un orden socioeconómico  montado sobre la defensa de la propiedad privada).

Los progresos técnicos y la expansión imperialista de fines de siglo XIX pusieron en evidencia cierta incapacidad para la paz  y condujeron a una guerra civil en el seno de la burguesía europea. La Primera Guerra Mundial se originó en un duelo forzoso entre distintos sectores de la burguesía hostiles entre sí que no lograron unirse frente a la percepción de una amenaza mayor: la conciencia revolucionaria. Duelo forzoso cuyo fin simbólico no fue el Tratado de Versalles sino la Revolución rusa de 1917.

En el capítulo III, el autor rastrea la aparición y consolidación de una conciencia revolucionaria en Europa, resultado del avance del capitalismo industrial y de la emergencia de la ‘cuestión social’. La primera expresión sistemática de la conciencia revolucionaria se halló en las formulaciones teóricas de Karl Marx. A partir de su concepción dialéctica del proceso histórico, Marx formuló el principio de la lucha de clases y definió al proletariado como la antítesis de la burguesía. Si esta última representaba y expresaba el orden económico-social burgués, el proletariado debía transformarlo, destruirlo, teniendo como objetivo la socialización de los bienes de producción. La misión del proletariado debía ser internacional.

 

Las consecuencias prácticas del razonamiento de Marx no fueron aceptadas unánimemente por la conciencia revolucionaria ya que desde sus inicios se perfilaron dos tendencias: la reformista y la partidaria de una revolución tumultuaria o conquista violenta del poder. 

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